jueves, 5 de enero de 2017

El Domingo, día del Señor - Solemnidad

La Epifanía del Señor, una de las fiestas litúrgicas más antiguas de la Iglesia, que nos invita a profundizar en el misterio celebrado en navidad: en Jesús, Dios se ha manifestado en la debilidad de nuestra carne, y se ha revelado como salvador para todos, sin limitaciones, ni exclusiones. Los magos venidos de Oriente son como un símbolo de esta universalidad. Jesús no nace sólo para un pueblo, sino para todos, nadie puede sentirse excluido de su amor.

Con un lenguaje poético lo dice Isaias: "Levántate, Jerusalén, por que llega tu luz... las tinieblas cubren la tierra, pero sobre ti brillará el Señor.... todos se han reunido y vienen a ti". Es la universalidad que decimos en el salmo: ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!  Ahora no será Jerusalén, la que atrae a los paganos, es Cristo Jesús el que se ha convertido en el centro de la humanidad. 
La experiencia cotidiana nos muestra que somos proclives a limitar, a parcelar el amor y nuestro servicio. Podemos ser muy generosos y comprensivos pero solo con "aquellos que nos simpatizan", pero si no tendemos a ignorar y excluir. Celebrar Epifanía, es un llamado de atención para vivir de un modo distinto: abrirnos a ser testigos del amor universal de Dios, con inquietud misionera para que su amor llegue a todos, especialmente a las "periferias geográficas y existenciales", como nos lo recuerda constantemente el papa Francisco.
Que la fiesta de Epifanía nos estimule a contagiar la alegría profunda que Dios nos ha dado al regalarnos a su Hijo Jesús. Que aquellos con quienes nos encontremos en los diversos ámbitos de nuestra vida, puedan ver en nosotros los cristianos una luz de alegría y esperanza.

Celebramos la fiesta de la Epifanía, de la manifestación de Jesús a todos los pueblos. Los magos de Oriente simbolizan a todas las razas y culturas, que descubren en Cristo la luz de la verdad y de la vida, capaz de dar sentido y plenitud a nuestra existencia. Que lo que celebramos sea un himno de alabanza al amor salvador de Dios que nos manifiesta en su Hijo Jesús.

Las lecturas que escucharemos nos hablarán de la universalidad de la salvación. Ya el profeta Isaías vislumbra que la salvación es para todos. Por su parte, la segunda lectura, afirma que también los paganos son partícipes de la promesa de Jesucristo. En el evangelio, los magos de Oriente, simbolizan a todos los pueblos que acuden al encuentro del Salvador. 

Primera lectura: Isaias 60, 1-6
Salmo 71, 1-2. 7-8. 10-13   ¡Pueblos de la tierra alaben al Señor!
Segunda lectura: Efesios 3, 2-6 


Aclamación al Evangelio:  

Aleluya. Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorar al Señor. Aleluya.





Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.  Mateo 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: "¡Dónde está el rey delos judíos que acaba de nacer?  Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea -le respondieron-, porque así está escrito por el Profeta: 'Y tú Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel". Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje".  Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. 
Palabra del Señor.       R/ Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión.
Jesús ha nacido para todos, en él se cumplen las promesas de Dios. 
¿Vivo mi fe con alegría, doy gracias por el don de la salvación? 
¿En mi vida tengo la inquietud misionera para anunciar a Jesucristo a todas las personas?

¡Que tu luz Señor nos acompañe!




El Domingo, día del Señor
Eduardo Carreño C. - Comunicaciones
Parroquia San Gregorio


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