uaresma, tiempo propicio de compartir, de conversión, de salir de sí
mismo y volver la mirada hacia el otro. Especialmente este año, la
Iglesia nos invita a dirigir nuestra mirada hacia los jóvenes en
situación de vulnerabilidad; aquellos que experimentan en sus vidas
situaciones de empobrecimiento, soledad, frustraciones sociales,
violencia y drogadicción.
Están tan cerca y, sin
embargo, los sentimos lejos o los alejamos. En nuestras parroquias,
colegios, centros abiertos, barrios y familias.
Como
discípulos del Señor que viven su Buena Nueva y hacen vida el lema
"Chile, una mesa para todos", estamos llamados a poner un grano de arena
para que esas situaciones de inmenso dolor, disminuyan. Todos podemos
hacer algo, pero sobre todo podemos ser con ellos y ellas signos de
cercanía, de compromiso, constructores de puentes para conocerlos,
quererlos y descubrir sus sueños, esperanzas, alegrías y temores.
Que
esta Cuaresma nos permita de manera personal, como comunidad eclesial,
familiar, no sólo reflexionar sobre ellos, sino realizar acciones
concretas como: visitar centros terapéuticos, participar en actividades
organizadas por ellos o a favor de ellos, adquirir productos que ellos
realizan y que van en beneficio de sus vidas, en fin, abrir espacios de
encuentro y acogida.
Comisión Nacional de Pastoral Juvenil
Conferencia Episcopal de Chile
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