Amigos, ésta es la gran verdad.
Hoy, justo esta noche, es Navidad.
Y nos hemos de creer de tal manera,
que hemos de hacer posible que lo sea en nosotros,
dejándole nacer en nuestros corazones,
y en torno nuestro,
creando las posibilidades de que reine
a nuestro alrededor el Príncipe de la Paz.
Pero, amigos, no olvidemos que Navidad es siempre.
Que
es insuficiente crear un paréntesis y una tregua de días. Dios nace en
cada momento: lo hace en nuestras celebraciones, en su palabra, en la
comunidad,
en cada gesto nuestro de fraternidad,
en cada victoria sobre la injusticia y la muerte. Sepamos agradecérselo a Dios,
pues Él nos regala ese don inefable del amor,
que nos penetra con su presencia renovadora
y nos refiere los unos a los otros, atándonos
con la deuda del amor.
Si lo vivimos así, la gran noticia del Dios
hecho carne será una realidad para nosotros
y para quienes comparten con nosotros la vida.
¡ Feliz Navidad!
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