"Yo estoy entre ustedes como el que sirve" (Lc 22, 27)

No cabe nuda que gracias a la interconectividad hoy podemos darnos cuenta de la inmensa amplitud y diversidad que conforma nuestro mundo, sin que necesariamente esto signifique de fondo "estar conectados" a él. Sabemos, con mayor conciencia, de todo lo que pasa y que pasa de todo. Pero en realidad -y es entendible - que cada uno va definiendo "hasta donde pone la mirada" (y, como lo entendía la sabiduría semita, donde más miran nuestros ojos es donde residen nuestros deseos y tenemos puesto el corazón). De lo demás, "como que sabemos...", pero nos desentendemos.
En Jesús muchas cosas se hicieron inentendibles respecto a Dios. Inentendibles, pero maravillosas, porque estaban cargadas de "Buena Noticia", de esperanza, de anhelo humano auténtico, de un Dios vivo con nosotros. En realidad, en Jesús las muchas cosas de Dios se entienden mejor porque estaban muy cerca de nuestra vida. En Jesús, Dios se sitúa inentendiblemente como el que sirve y nos vuelve a llamar, nos vuelve a conquistar el corazón para ponernos al servicio más allá de nuestras propias fronteras.
Si tomamos en serio nuestro bautismo y la misión de la Iglesia, no podemos desentendernos de todo lo que está pasando en nuestro mundo y "hacernos sordos" a al llamado (y ejemplo) que Dios mismo nos hace de fijarnos -como resaltaron el año pasado nuestros obispos - en quienes no están gozando del pan, del trabajo, de la fraternidad, de la libertad, de la equidad y del respeto a la dignidad que nos ofrece su mesa, la mesa de todos.
Comisión Nacional de Pastoral Vocacional
CECH

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