La parábola del rey que perdona una deuda infinita a un deudor que no es capaz de perdonar ni la más pequeña falta a un compañero, no necesita explicación. Las parábolas se explican solas, lo difícil es aplicarla a nuestra vida.
La frase del evangelio "perdonar setenta veces siete", no la podemos entender literalmente como que hay que perdonar 490 veces, o siete veces a la potencia 70. Quiere decir que siempre hay perdón, porque perdonar no es un acto del cristiano, sino una actitud de vida de quien sigue a Jesús, porque él nos pide perdonar como nos perdona Dios, sin límites.
En el tiempo de Jesús, los rabinos decían que un buen judío perdonaba hasta cuatro veces. Pedro es más generoso y añade otras tres. Siete era un número que indicaba plenitud. Jesús deja en claro que no es suficiente, porque quien cuenta cuántas veces perdona, en realidad, está contando las ofensas y no las perdona.
Sólo puede perdonar quien ama de verdad. No es fácil perdonar, porque no es fácil amar. Va en contra de todos los instintos y en contra de lo razonable. La inteligencia nunca nos convencerá de que tenemos que perdonar, sino de lo contrario, de que tenemos razón en hacernos valer y hacer justicia.
¡Que difícil es armonizar el perdón con la justicia! Nuestra cultura occidental no es superior a las demás, tiene sus debilidades. En parte es fruto del cristianismo, pero también del racionalismo griego, del código romano y de las filosofías modernas. El cristianismo resultante, el nuestro, no es el mismo que vivieron Jesús y las primeras comunidades.
En nuestra sociedad, está muy acentuado el sentimiento de la justicia, de una justicia racional e implacable, que, muchas veces, esconde el afán de la venganza. Jesús predicó en una cultura muy diferente, la oriental. Para nosotros es difícil vivir a fondo el sentido humano del evangelio y perdonar siempre sin contar las ofensas.
"No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete" (Mateo 18, 22).
P. Aderico Dolzani, ssp. Eduardo Carreño C.
Liturgia Cotidiana Comunicaciones
Parroquia San Gregorio
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