Ya casi no somos jóvenes; la vida nos ha madurado; y envejecido: El abanico de posibilidades se ha ido cerrando; y ahora, la vida es un camino prosaico, entre dos cunetas.
Sentimos la tentación del desengaño, ante tantos cadáveres de nuestros ideales. Nos sentimos cansados de luchar; y quisiéramos ya una vida aburguesada.
Señor, consérvanos en la juventud. No nos dejes caer en la tentación de la rutina y el dejarlo correr.
Jesucristo, quisiéramos ser como Tú, que no conociste la esclerosis de la edad madura, y fuiste joven hasta la muerte violenta.
Danos juventud, aunque sea sólo juventud interna, de espíritu. hay que ser jóvenes de mentalidad, y no solo en el vestido.
Consérvanos la imprudencia de la juventud. La bendita imprudencia que es capaz de jugarse la vida por un ideal; capaz de ilusión y de amor.
Que nunca seamos viejos, ni carga muerta, menos frenos para los demás. No nos satisface ser solo carteles indicadores de peligro, a lo largo del camino.
Líbranos, Señor, de ser incomprensivos con los que nos siguen. Ellos traen algo nuevo. No queremos hacerles sufrir lo que hemos sufrido.
Enséñanos a cederles el paso, a tiempo; queremos aprovechar su energía, utilizar su crítica. No queremos envejecerles, contagiándoles nuestra vejez prematura.
Enséñanos, Señor, a retirarnos a tiempo. Sin que nos tengan que bajar a la fuerza.
Oraciones a quemarropa
Luis Espinal, sj.
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