El domingo pasado la parábola del evangelio estaba centrada en el proceder del dueño de la viña, su modo generoso de comportarse con los trabajadores. Hoy el centro de atención son los enviados a trabajar en la viña. Y los enviados en este caso, son los hijos del propietario, para indicar así el interés que se supone deberían tener en cuidado de la viña. Detrás de la imagen de los hijos esta el pueblo escogido, Israel, especialmente sus dirigentes religiosos. El pueblo se había comprometido con Dios en la Alianza, pero a la hora de la verdad, en la "práctica", ha sido infiel; en cambio, los que parecían como alejados de la Alianza con Dios, son los que han respondido verdaderamente a ella.
Hoy nosotros no estamos exentos de caer en la misma tentación, de creernos muy seguros en nuestras posiciones, viviendo en la "apariencia de ser cristianos", pero nuestro corazón puede estar lleno de autosuficiencia, de orgullo y egoísmo. La parábola de hoy nos enseña que lo importante no son las buenas palabras en intenciones que decimos, lo que cuenta es la coherencia con lo que decimos, coherencia que se ve reflejada en el "hacer", en las obras de justicia y bondad que realizamos. Así hemos de expresar nuestra respuesta al amor de Dios, nuestro camino de conversión, "obras son amores...".
Hoy, último domingo de Septiembre, unidos a nuestra madre la Virgen del Carmen, oramos por nuestra Patria. Que Dios nos ayude a vivir como hermanos, buscando lo que nos une por sobre las divisiones, que prosperen las nobles iniciativas y juntos trabajaremos por conquistar "el verdadero progreso que es construir una nación de hermanos donde cada uno tenga pan, respeto y alegría".
Comisión Nacional de Liturgia Eduardo Carreño C.
conali Comunicaciones
Parroquia San Gregorio
Testigos de la novedad del evangelio.
Los discípulos del Señor que han recibido una vocación laical están llamados a ser los testigos de la novedad del evangelio en los diversos ámbitos de su vida personal, familiar, laboral, profesional, social y política, y hacer este aporte transformador desde la fe, allí donde se encuentra gozando de su autonomía de juicio y acción, pero siempre bajo la inspiración de Jesucristo y su evangelio. Chile necesita laicos católicos que actúen en la vida social y política desde sus competencias profesionales y opciones políticas diversas y sean allí testigos de la novedad de Cristo para el bien común de nuestro pueblo.
La grandeza de la vocación de los laicos católicos que actúan en la vida política no reside solamente en la naturaleza de su función pública o en el hecho de que han sido elegidos en virtud de una confianza depositada por los electores. Me atrevo a recordárselo y a pedírselo: considérense siempre depositarios de una confianza que Jesucristo ha puesto en ustedes, dotándolos de cualidades y talentos para ser servidores públicos.
Si Chile quiere responder al desafío presente tiene que ampliar su mirada y enfrentar su sistema político, educativo, económico y su concepto de desarrollo con una visión de conjunto como proyecto de país. Tenemos que integrarnos en la globalización sin perder nuestra identidad y nuestra alma, revisando profundamente los valores que determinan nuestras discusiones y nuestros modos de vivir, sin perder los avances alcanzados con tanto sacrificio.
Sergio Torres Eduardo Carreño C.
Comisión Nacional Justicia y Paz Comunicaciones
Seminario Parroquia San Gregorio
"Como humanizar el desarrollo de Chile"
Evangelii Gaudium
Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre.
Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la Humanidad.
Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino.
(EG 114).
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