domingo, 11 de mayo de 2014

Nuestro Buen Pastor

Ninguna ocasión es mejor que el tiempo pascual para festejar a nuestro buen Pastor.
Jesús es el buen pastor, el único que , puede conducir a la Iglesia, a pesar de la debilidad del rebaño, hacia los "gozos celestiales".

La glorificación de Jesús hace posible que esté con nosotros, y así nos transmite el vigor que le hizo vencer la muerte con la fuerza del amor. Lo dice tan bellamente  el III prefacio de Pascua.: "Inmolado, ya no muere más, muerto, vive para siempre". Jesús es buen pastor pues ha sido cordero inmolado, y como tal, vivo y radiante, conduce a su pueblo hacia las fuentes de aguas vivas, hacia "las aguas tranquilas que reparan las fuerzas" (Salmo 22).

La Iglesia tiene pastores humanos escogidos por Dios. Los ha habido buenos, y desgraciadamente, también malos. Dios tenga piedad. Pero,  ¿cómo discernir quien es verdaderamente un buen pastor? El evangelio nos muestra el principal criterio: El pastor pasa por la puerta. La puerta es imagen de Cristo. Así, entra por la puerta el pastor que entra con Cristo a tu vida. Un pastor que conduce hacia él mismo y no hacia Dios, que no trasmita la doctrina de Cristo, es una persona que engaña, es un impostor, ladrón y salteador. Un buen pastor también es el que llama por el propio nombre, es decir, el que se interesa de verdad por sus ovejas, y las miras de la hondura de su propia identidad, como imagen y semejanza de su creador y no le impone una manera determinada de ser. Un buen pastor es el que da la vida por su rebaño. Quien ama es creíble. Ese es un buen pastor que trae hasta nosotros al Buen Pastor.  

Comisión Nacional de Liturgia / ecc. 


Evangelii Gaudium

La Iglesia "en salida" es una Iglesia con las puertas abiertas. 
Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. 
Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que quedó al costado del camino.
A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad.
 (EG 46).




Liturgia: Pentecostés, cambios a partir del Concilio Vaticano II.


Una buena fiesta, parece exigir un cierto seguimiento. Es lo que significaba, tiempo atrás el "san Lunes", que alargaba la celebración del Domingo. Algo parecido sucede con las "octavas" en la liturgia. Antiguamente, la mayoría de las fiestas, del Señor, de la Virgen y de los Santos, prolongaban su celebración en lo que se llamaba la "octava".
Boletín de Información, servicios y coordinación de la CONALI
CECH, Nº 94, mayo 2009.


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