1. Los impactos del ambiente
Todos los que participamos en cualquiera actividad que signifique un servicio para los demás, sufrimos los "impactos del ambiente". Pequeñas frustraciones o impedimentos, que afectan en el ánimo y la motivación personal. Algunas situaciones que debilitan, son verdaderos "demonios": actividades que no resultan (en las que yo me las he jugado); roces con otras personas; atrasos excesivos; desconfianzas; pelambres; activismos; sectarismo, etc.
Diferentes situaciones que erosionan y a veces destruyen nuestra vida y el servicio al evangelio.
2. La tentación de quienes tenemos cargos de responsabilidad
Para los que tienen a cargo responsabilidades, el proceso es más fuerte: se tienen que "exponer más al medio ambiente". Y a pesar de la formación espiritual o pastoral, como los metales de los barcos se van oxidando, desgastando.
3. Síntomas
¿Cuáles son los síntomas? el mal genio, la agresividad, mirar el pasado de forma ingenua (y quedarse ahí), la irresponsabilidad, la desconfianza extrema, la criticidad excesiva, el cansancio extremo, poco entusiasmo, aburrimiento, etc. Una larga lista de indicios que evidencian que el proceso de desgaste ha comenzado. A veces puede ser de forma muy sutil, pero cuando comienza se nota.
Los "demonios" comienzan a posesionarse de a poco, primero en cierta parte de la vida, originando siempre carencias. Por ejemplo, sentimos que nos podemos acercar "solo a algunas personas", sintiendo íntimamente que nos vamos cerrando.
4. Importancia del discernimiento en la oración y en la vida: ¿qué me dice el Señor?
Hay que tener en cuenta que siempre estaremos siendo desgastados por esos "demonios", unos más que otros. Debemos estar atentos a nuestros procesos de desgaste para limitarlos o encausarlos. ¡Cuidado!, que mientras más tiempo pase nos debilitamos más y por lo tanto, es más ardua la rehabilitación.
Es vital para "exorcizar demonios" la dirección espiritual o al menos la posibilidad de confrontar con alguna persona de confianza y experimentada, las debilidades y frustraciones. Además, del cultivo de un adecuado auto-cuidado.
5. Acostumbrarnos a crecer con nuestras frustraciones. Aceptarnos
Significa percibir el desgaste personal que nos entrega el ambiente y procesarlo de manera adecuada. No podemos escapar de las dificultades y problemas. Es falso creer que todo va a andar siempre "de color de rosa", lo que sería bastante aburrido.
6. Precisar lo que depende de mí y no de otros o de la realidad
Hay un desgaste real por situaciones que yo honestamente realizo, construyo, y es saludable ser sincero en este aspecto. Sin embargo, hay otras realidades que se "me dan" y no las puedo cambiar, por ejemplo una enfermedad.
7. Distinguir entre lo importante y lo urgente, dando cabida al humor
Si no priorizamos en la vida es imposible hacerlo "todo", especialmente la pastoral que siempre es arrolladora. Por otro lado, un apóstol sin sentido de humor es quebradizo y vulnerable. Una sonrisa o una broma sana, despierta energías insospechadas.
8. No quedarnos estancados incluso con lo que hacemos
En los tiempos actuales es vital la capacitación y formación permanente. Además, cambiar o modificar en forma discernida lo que yo hago cada cierto tiempo.
9. Fe en el seguimiento del Señor
Significa estar dispuesto a asumir la cruz, pero desde la confianza en la Resurrección. Aceptar la aventura del compromiso con la seguridad en Jesucristo, sólo así asumiremos nuestra debilidad y la fortaleceremos. Diremos con San Pablo:
"Llevamos este tesoro en vasos de barro para que esta fuerza soberana parezca cosa de Dios y no nuestra. Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves preocupaciones, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aplastados" (2 Cor 4, 7-9)
(Inspirado en artículo de Segundo Galilea "tentación y discernimiento" publicado en los Cuadernos de Espiritualidad nº 58).
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