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El tema de la muerte y la vida es muy importante en el mensaje de Jesús. Y nos importa a cada uno. En primer lugar, el de la muerte física. A todos nos llegará y no deja de sorprendernos. Pero el Señor nos alienta a que confiemos en su Palabra: después de la muerte hay vida, vida maravillosa. Ya celebraremos esta buena noticia durante el tiempo Pascual.
Pero hay también esa otra muerte que mata en este mundo la alegría de vivir, mata la calidad de nuestras relaciones, condena a personas a vivir una vida disminuida. Esto sucede en la pequeña escala de nuestra vida de todos los días en forma de niños o mujeres maltratadas,ancianos abandonados, parejas incomunicadas, problemas que no se enfrentan, injusticias toleradas etc, etc, etc. Y también sucede a nivel país y a nivel internacional. Todos entendemos de qué se trata. Esta muerte brota de corazones egoístas, insensibles, cínicos, que buscan su propio beneficio aunque causen daño, encontrando siempre justificaciones para hacerlo. No es un tema simple; pero es real. Los que así actúan no viven según el Espíritu de Dios.
¡Ojo! Es un riesgo que todos corremos. ¿Qué hacer? ¿A quién iremos? ¡Al que tiene palabras de Vida Eterna! Al que nos ofreció "Yo pondré mi espíritu en ustedes y vivirán". ¡Vivir según el espíritu de Jesús! Eso es lo que el Señor nos pide y nos ofrece. Es lo que buscamos y se nos da en la Eucaristía y en los demás sacramentos. Es el camino diario de quien siente en su corazón el deseo de ser cristiano -es decir, discípulo misionero de Jesucristo- y lo intenta vivir en todo lo que hace todos los días: tratando de ser luz, sal, desprendido de los bienes de este mundo, constructor de paz, sediento de justicia, hermano de todos, Como Jesús.
¿Qué estás haciendo para empaparte del Espíritu de Jesús? (¡Decide pasos concretos!)
¿Descubres algún lugar donde el Señor podría estar pidiéndote especialmente que vivas tu misión?
¿Qué te pide?
Vicaría General de Pastoral
Arzobispado de Santiago / ecc.
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