"Nadie puede servir a dos señores". El Señor nos instruye sobre los fundamentos que ponemos para construir nuestra vida: Dios o el dinero. El dinero no sólo incluye los billetes y las cuentas bancarias, sino también todo lo material que juzgamos indispensable para vivir. En nuestra sociedad moderna e inculturada en el consumo que promueve la publicidad, el tener es, muchas veces, más importante que el ser. Por el dinero, damos gran parte de nuestra existencia; incluso, algunos, llegan hasta perder el sentido de la vida... Dios y el dinero no son compatibles. Se excluyen recíprocamente. Donde reina uno, crecen la corrupción y el egoísmo; donde reina el otro prevalecen la salvación y la armonía del hombre, ya en esta vida. Jesús critica la excesiva ansiedad por la comida y el vestido, pero no pide a los padres la irresponsabilidad de no preocuparse por la comida y el vestido de su familia. Si pide que haya una diferencia en el orden de las prioridades y que ese orden sea diferente entre una familia y una pagana. ¿Que lugar ocupa la caridad hacia los necesitados dentro de la familia? Ellos también necesitan comida y vestido... ¿Cómo se enseña a los hijos la confianza en la Providencia? ¿En teoría o también en situaciones más o menos dramáticas de la vida , como pueden ser las enfermedades, los accidentes, los pleitos familiares, la falta de trabajo, etc.? En el ritmo exigente de la vida de hoy, más que nunca, el refrán "el tiempo es dinero" entra en este tesoro que debemos aprender a administrar. ¿Cómo empleamos nuestro tiempo? ¿Cuántas horas o minutos le dedicamos a "nuestro tesoro" a lo largo del día? ¿Cuánto espacio destinamos a las necesidades de nuestros hermanos? ¿Cuánto le consagramos a la oración, a la lectura de la palabra? Aquí también debe notarse la diferencia entre el creyente y el pagano... Las ocupaciones y las preocupaciones de un creyente no pueden ser las mismas que las de un pagano...
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro.(Mt 6, 24).
P. Aderico Dolzani, ssp.
Evangelii Gaudium
Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras, Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tiene que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: "Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha [...] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! [...] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor" (Lm 3, 17. 21-23.26).
(EG 6).
Liturgia es Comunicación.
¿Por que no siempre funciona?
Frecuentemente nuestra liturgia tal como la celebramos no funciona; nos deja insatisfechos. Es muy repetitiva, rutinaria, muy poco expresiva. La razón principal: no funciona el simbolismo de los signos, gestos, ritos, elementos visuales... que pretender evocar y hacer presente lo trascendental, lo espiritual... Se produce un divorcio... La liturgia es comunicación, y la comunicación no llega.
CONALI
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