sábado, 28 de diciembre de 2013

Una familia sufrida y confiada en el amor de Dios.

El relato del evangelio de este domingo nos presenta la imagen de una familia que tiene que enfrentar serios problemas: un tirano que quiere matar al niño, tienen que partir al exilio en Egipto, regresar a Nazaret una vez muerto el rey asesino, y en estos desplazamientos enfrentar las dificultades económicas, laborales y de adaptación.
La vida del Hijo de Dios transcurre en el seno de una familia modesta que debe enfrentar serias dificultades. El Señor Jesús no se sustrae a nada humano- con excepción del pecado-  y tiene experiencia del sufrimiento desde la infancia.
Impresiona en el relato evangélico la docilidad de san José a las inspiraciones de Dios: con un hombre bueno y justo como José, el niño estaba en buenas manos.

El servicio de los padres. En los pocos datos del evangelio sobre la infancia de Jesús, podemos ver que la vida de José y María está marcada por el cuidado del Niño, y por esta preocupación enfrentan las diversas dificultades para ayudarlo a crecer: ese Niño -como todo niño- es portador de una vocación única, personal e irrepetible, a cuyo servicio se ponen los padres.
Siempre es maravilloso contemplar como un niño va creciendo y desplegando su originalidad. Un hijo para crecer necesita, no solo los cuidados indispensables de alimentación, salud, etc., sino también recibir los valores que orienten el sentido de su vida. Ciertamente, un niño tiene derecho a muchas cosas, pero por sobre todo, tiene derecho a conocer a Dios como su Padre que lo ama y lo invita a seguir el camino de Jesucristo. ¡Bendito servicio de papá y mamá al plan de Dios!

Un modelo cercano. Al contemplar la la Familia de Nazaret, vemos que se trata de un modelo que no está muy lejos de lo que puede ser hoy cualquiera de nuestras familias.
Es cierto que la Familia de Nazaret está formada por personajes únicos; pero también, es cierto que la Sagrada Familia está fundada en una experiencia de amor: de amor a Dios en el amor mutuo. No es otra cosa que la vivencia del amor lo que hace de la Familia de Nazaret un modelo permanente y posible, un estímulo para que en nuestras familias busquemos ese mismo amor, para que busquemos y pidamos la gracia del amor para nuestra vida familiar, para que trabajemos por una vida familiar en un amor hecho de entrega mutua y perdones mutuos.
La Familia de Nazaret no sólo es un ejemplo de familia fundada en el amor a Dios, sino que ellos son nuestros intercesores: busquemos, pidamos y cultivemos la cercanía y la protección de la Familia de Nazaret para nuestras familias.
CONALI


Familia, escuela de fe
En el discurso inaugural de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, nos dice el papa Benedicto XVI: "La familia, 'patrimonio de la humanidad' constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos: Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida nace y se acoge generosamente y responsablemente". En este hermoso reconocimiento del sentido y misión de la familia para nuestros pueblos, la primera características sobre la familia que se resalta es que ella es "escuela de la fe". En ella se ha de realizar el primer y más importante proceso evangelizador de los hijos.

La familia es el primer lugar de encuentro de estos niños con Dios. Son sus padres, abuelos, y los familiares más cercanos, quienes tienen  la primera misión de transmitir la Buena Nueva del Señor, acercando a estos niños al encuentro con Jesucristo y una vida de fe. Así la "familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el evangelio es trasmitido y desde donde éste se irradia". (Pablo VI, Evangeli nuntiandi n° 71). 

Seamos testimonios del amor hermoso de Dios compartiéndolo, en nuestra vida, con los hijos y nietos.
Comisión Nacional de Pastoral con la Infancia.
CEPECH

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