martes, 31 de diciembre de 2013

Con olor a ovejas

¡Que palabras más significativas les dirigió a los sacerdotes en la pasada Semana Santa el papa Francisco, indicándoles las cuatro palabras del título de este artículo en su día! ¡Cuán más adecuado es hablar de ello ahora que acabamos de celebrar Navidad! Los primeros en reconocer y conocer al Salvador, fueron unos hediondos a ovejas: LOS PASTORES. Ellos en su simplicidad fueron capaces de creer en el anuncio de los ángeles. Pero hay que recordar que el santo Padre estaba hablando, en ese momento, a los sacerdotes ordenados, a los presbíteros. Pero ¿sólo a ellos? La palabra sacerdote no es exclusiva de los presbíteros, es de todos los bautizados... sacerdotes, profetas y reyes al modo de Jesucristo; dijo el bautizante sobre nuestra frente al ungirnos con el crisma correspondiente el dia de nuestro bautizo. Y ¿que significa ser sacerdote? Ser mediadores, y para los cristianos, sobre todo, mediadores de la misericordia de Dios.

Pero no se puede ser mediadores ubicados en las alturas y menos lejos de la gente. Como decía el Papa: con olor a ovejas. Esto sobre todo para los presbíteros que pueden caer en el peligro de encerrarse en sus oficinas, no pueden bajarse de sus autos y sólo estar en el presbiterio y entre presbíteros, y siempre vestidos de presbíteros. Hay que ir a los límites, a las fronteras donde se corre el riesgo de "quemarse", de "tener olor a marginales", pero es ahí donde la gente está más tentada y más dañada. Para eso estamos llamados los que primero hemos sido rescatados y amados para que seamos los misioneros de la misericordia de Dios.

Es maravillo profundizar en que, como dice el padre Hurtado, donde hay misericordia no hay investigaciones judiciales sobre la culpa, ni aparato de tribunales, ni necesidad de alegar razonadas excusas.

No nos van quedando espacios en el mundo actual donde encontrar misericordia, todo se ha judicializado, y a veces con mucha razón, pero podemos llegar a locuras increíbles por lo mismo. Tanto, que ya la gente siente que no hay perdón y menos sanación de los errores cometidos, salvo con un castigo ejemplar.  

¿Haz pecado? Haz penitencia ¿Haz pecado mil veces? Haz penitencia mil veces.  A tu lado se pondrá Satanás para exasperarte, sigue san Alberto, no lo sigas, más bien recuerda estas cinco palabras "Jesús recibe a los pecadores", palabras que son un grito inefable del amor, una efusión inagotable de misericordia y una promesa inquebrantable de perdón.

 Jesús tenía olor a oveja. Nosotros somos sus ovejas, ese olor es humano. Él es humano, y por tanto nuestro olor es su olor, por tanto, lo ama y lo quiere redimir, sanar, salvar. Pero no desde un trono lleno de paños y oro, sino caminando entre nosotros, de pueblo en pueblo, de casa en casa, de trabajo en trabajo. Y aquí está nuestro llamado ser otros Cristos, sacerdotes, que de sabernos amados y perdonados nos sentimos elegidos para repartir en su nombre su infinita misericordia. 

P. Juan Pablo Cárcamo, s.j.

No hay comentarios:

Publicar un comentario