domingo, 20 de octubre de 2013

TODOS MISIONEROS Y PARA TODO EL MUNDO

Hoy la Palabra de Dios tiene como tema principal la oración, más aún, "la necesidad de orar siempre sin desfallecer", como dice el Evangelio. Seguimos acompañando a Jesús en su viaje hacia Jerusalén, hacia la consumación - en la obediencia al Padre - de su misión. Sigue Lucas llevándonos por la senda de la "fe", pedida por los Apóstoles, encarnada por el leproso samaritano, refigurada en la insistente oración de la viuda del evangelio, cuestionada en su "sobrevivencia" por el mismo Jesús. 
La fe es la fuerza que en silencio, sin hacer ruido, cambia el mundo y lo transforma en el Reino de Dios, y la oración es expresión de la fe. Cuando la fe se colma de amor a Dios, reconocido como Padre bueno y justo, la oración se hace perseverante, insistente; se convierte en un gemido del espíritu, un grito del alma que penetra en el corazón de Dios. De este modo, la oración se convierte en la mayor fuerza de transformación del mundo.
Ante realidades sociales difíciles y complejas, como lo era la que vivían las viudas en los tiempos de Jesús, es preciso reforzar la esperanza, que se funda en la fe y se expresa en una oración incansable. La oración es la que mantiene encendida la llama de la fe.
Esa fe que, así como nos dice el papa Francisco en su mensaje para la celebración de este 87° Domingo Universal de Misiones, "es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. ¡Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación! Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia".
CONAMI   (Comisión Episcopal de Misiones).

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