domingo, 24 de marzo de 2013

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

El Domingo de Ramos nos introduce en la Semana Santa, en el que celebramos el misterio de nuestra salvación. domingo que nos anticipa la victoria de Cristo sobre la muerte, victoria que nos viene por su entrega en la cruz.
La liturgia de este día se abre con la bendición y procesión de los ramos. Lo que hacemos no es un mero recuerdo de algo acontecido en el pasado, tampoco es una obra teatral, sino la expresión ritual del deseo profundo de "acompañar al Señor aclamándole con cantos" Lo importante no son los ramos, sino acompañar con un corazón creyente y gozoso a Jesucristo, nuestro redentor, que nos trae vida en abundancia.
Del gozo de la entrada pasaremos al centro de la celebración, donde la liturgia nos invita a contemplar a aquel que "siendo de condición divina, se anonadó a sí mismo tomando la condición de servidor", realizando así la comunión definitiva de Dios con nuestra humanidad.

Durante el tiempo de Cuaresma nos hemos preparado para "vivir estos días santos", días que han de ser para nosotros y toda la Iglesia un tiempo de gracia en que renovemos nuestra vida cristiana creciendo en el amor; un tiempo de gracia que nos empuje a seguir a Cristo con fidelidad y a proclamarlo nuestro Dios y Señor con nuestros labios. Entremos con fe en la profundidad de este misterio, y más allá del rito de los ramos, podamos experimentar la llegada a nuestra vida del Redentor que por su sacrificio en la cruz nos reconcilió con Dios, y así brote de nuestro corazón un cántico de alabanza: "¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas".

CONALI

No hay comentarios:

Publicar un comentario