domingo, 27 de enero de 2013

"En JESÚS se cumplen las escrituras"

"Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! hacedla florecer..." (Huidobro). Así decía el poeta convencido del poder de la palabra humana. En efecto, con la palabra podemos hacer mucho. Mediante ella no sólo transmitimos información, sino que nos expresamos y podemos manifestar a los demás lo que somos. Nuestras palabras pueden "tocar" el alma de los demás, e incluso hacer algo nuevo en ellas, como por ejemplo, cuando expresamos nuestro afecto o nuestra compasión por alguien.
Pero la palabra humana tiene sus límites. Incluso podemos herir con ella. La liturgia de la Palabra de este domingo nos quiere invitar a asomarnos a la belleza y eficacia de la Palabra divina que es siempre buena, siempre potencialmente creadora de algo divino en nosotros. Ella es la misma voz de Dios dirigida a cada uno de nosotros. Si tomamos conciencia de ello no podremos sino conmovernos como lo hizo Israel ante la solemne proclamación de la Palabra de Dios. (Nehemías 8, 2-4. 5-6. 8-10).
Por eso la iglesia le tiene tanto aprecio a la Biblia. San Agustín solía decir que ella eran las "cartas del Padre celestial dirigidas a sus hijos los hombres que viajan lejos de la patria, trasmitidas por los autores sagrados". San Gregorio Magno (+ 604), otro gran padre de la historia, decía más o menos lo mismo: "Una carta de Dios omnipotente a su criatura . Y también: "Cada minuto que dedicas a leer la Palabra de Dios es un paso más que te acerca a la Verdad Divina".
Así, si hay algo conmovedor en el cristianismo es el convencimiento de que Dios haya querido manifestarse a nosotros con su Palabra, esa Palabra que está a la espera de que cada uno de nosotros, al leerla, la haga vida. Cuando ello ocurra, cuando queremos que ocurra, Cristo mismo dice "Hoy se cumple esta Escritura" (evangelio). Y de un modo misterioso, una vez más, como en Nazaret, la Palabra se hace carne.

CONALI 

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