Aunque en diversas partes del mundo hay quienes vaticinan una hecatombe que este mes acabaría con la Tierra, la fe cristianan asegura que solo Dios conoce el día y la hora en que terminará la historia.
El 21 de diciembre de este año sería el fin del mundo. Al menos así lo determina el calendario maya y lo cree una buena porción de personas en Chile y el mundo, que se han hecho eco de pronóstico. Otros hablan por estos días que habrá una inversión de los polos magnéticos de la Tierra, que vendrán tres días de oscuridad total y silencio y, por ende, hay que juntar agua, alimentos, carpas, linternas.
Catástrofes cósmicas, el sol y la luna que no dan su resplandor y otras imágenes similares están, en efecto, en el libro bíblico del Apocalipsis. Pero este texto fue escrito en un lenguaje simbólico, y cuando habla del fin se refiere a la segunda venida de Jesucristo para instaurar el Reino de Dios. Benedicto XVI lo precisó durante la oración del Ángelus el domingo 18 de noviembre, al recordar que el propio Jesucristo relativizó esas imágenes al citar el Evangelio: "Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes del cielo con gran poder y gloria" (Marcos 13, 26).
El profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile, padre Samuel Fernández afirma: "El Evangelio nunca es una mala noticia. También cuando habla del final de los tiempos, es una buena noticia: No conoceremos ni el día ni la hora, pero sabemos que el que juzga nuestras vidas es Jesús, el que fue capaz de entregar su propia vida por nosotros. Por eso, usar el Evangelio para infundir terror, es desfigurar el rostro de Jesús".
El arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, también se ha referido a este controvertido tema. En una visita pastoral a la parroquia de la población La Bandera expuso que los últimos tiempos "no son aquellos que predican falsos profetas, que nos dicen que luego va a llegar la destrucción del mundo- La Palabra del Señor nos habla de los últimos tiempos como un tiempo de vida, de justicia, de fraternidad, de cielos nuevos y de tierra nueva".
Más que saber cuándo será el fin, hay que prepararse para entrar en esa vida nueva. Así lo enseñó el Papa, al aclarar que Jesús no es un "vidente", sino que, "él quiere quitar en sus discípulos de todos los tiempos la curiosidad por conocer las fechas y quiere más bien darles una idea profunda, esencial y, sobre todo, indicar la forma correcta de caminar, hoy y mañana, para entrar en la vida eterna". Por eso, si aún quedan dudas, hay que recurrir al Evangelio y ver que es el mismo Jesucristo quien plantea que "de aquel día y hora nadie sabe nada" (Mateo 24, 36).
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