"En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
- Entonces, ¿qué hacemos? Él contestó: - El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene. Y el que tenga comida, haga lo mismo. Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: - Maestro, ¿qué hacemos nosotros? Él les contestó: - No exijan más de los establecido. Unos soldados le preguntaron:- ¿Qué hacemos nosotros? Él les contestó: - No hagan extorsión a nadie, ni se aprovechen con denuncias, sino conténtense con la paga. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías. Él tomó la palabra y dijo a todos: - Yo los bautizo con agua. Pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia". (Lucas 3, 10 - 18).
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