La sal da sabor, preserva de la corrupción, fertiliza. El discípulo tiene la misión de dar sabor a la propia vida y ayudar a los demás a dárselo a la suya. Si nosotros descuidamos nuestras responsabilidades, algo en la sociedad va a andar mal: los hombres se quedarán sin el gusto de Dios.Sin el aporte de los cristianos, fácilmente la sociedad se corromperá. Sin el testimonio de los cristianos, faltará la verdadera justicia, la fraternidad y las razones para vivir.
Si la sal da sabor, la luz da color. El discípulo debe colaborar para que la vida tenga tenga sabor y color. Jesús es la Luz del mundo y sus discípulos, hijos de la luz. Así como la luz nos hace ver por dónde vamos, así las enseñanzas de Jesús iluminan el camino y el término de la vida del hombre. Por él sabemos que hay más felicidad en dar que en recibir, que son posibles el amor, el perdón,la alegría, la solidaridad y una sociedad de hermanos, mientras caminamos a la casa del Padre.
La posición de una ciudad en la cima de un monte, hace que esté necesariamente manifestada a todas las miradas: Es la luz que se divisa de lejos en la noche. Es el punto donde se quiebran los rayos del sol en el día. Es la referencia, es la meta: los hombres mirándola, se orientan. ¡Nosotros somos esa ciudad! No nos podemos ocultar. Tenemos que ser la luz de referencia o de la meta. Pidámosle que nos dé valentía para ser responsables y para no aceptar como bueno lo que la conciencia nos dice que es malo, aunque lo apruebe todo el mundo.
El Señor inmediatamente después de las Bienaventuranzas nos deja una síntesis de lo que implica ser cristianos y cómo nuestra vida debe repercutir en los otros. En este tiempo en que la credibilidad está en crisis, los cristianos estamos llamados a ser testigos creíbles de lo que creemos: Al respecto, el papa Pablo VI, decía: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio"
Primera lectura Is 58, 7-10
Somos luz cuando practicamos la justicia y hacemos que la luz brille en su oscuridad.
Lectura del libro de Isaías.
Salmo 111, 4-9 Para los buenos brilla una luz en las tinieblas.
Segunda lectura 1 Cor 2, 1-5
Ante quienes buscan un modo de hablar deslumbrante, san Pablo recuerda que por el poder del espíritu predicamos a Jesucristo crucificado.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Aclamación al Evangelio
Aleluya. "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida",
dice el señor. Aleluya.
Evangelio Mt 5, 13-16
Las buenas obras del cristiano, manifestaciones de fe, constituyen algo esencial en la vida y se convierten en auténtica luz y glorificación de Dios.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión.
Confrontémonos mirando la luz del proyecto del reino que nos presenta el Señor en el evangelio y veamos de qué manera lo estamos asumiendo.
¿De qué manera busco vivir el estilo del Señor e identificarme con su proyecto de amor? ¿De qué manera marco presencia cristiana en los lugares donde estoy?, ¿Qué hago para que en las diversas circunstancias de la vida mi actitud ayude a otros a encontrar al Señor por el testimonio que doy?
El Domingo, día del Señor.
Eduardo Carreño C.
Parroquia San Gregorio.
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