viernes, 10 de febrero de 2017

6º domingo durante el año.


Pero yo les digo:
Después de enseñar las bienaventuranzas, Jesús continuó anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios a la multitud, indicando las reglas para ser miembros de la comunidad que se congrega en su nombre. 
La Ley de la Antigua Alianza continúa vigente, pero la perfección no está más en el cumplimiento exterior, sino en el corazón del hombre y en el respeto a las personas como imágenes es de Dios. 
Jesús, que enseñaba la validez del sábado y la Ley, no duda en trasgredir el reposo santo para hacer obras buenas como sanar o perdonar a las personas. Era su manera de enseñar poniendo en pr´ctica las palabras que pronunciaba. Una forma de llegar al corazón de la Ley dada por Dios y no a su reglamentación o tradición humana.
El Señor es un maestro en situar el corazón en el centro del hombre. "No matarás", pero pero la perfección está en no tener rabias ni rencores porque allí se genera la decisión del homicida. Allí está la fuente del bien y mal comportamiento y de donde salen las palabras, los gestos, y hasta la saña que mata. Allí se aloja la raíz de la muerte y de la vida. El odio mata más que las armas.
El Señor también es un maestro en el arte de colocar en el centro al prójimo. El adulterio o la violación es la acción externa con que ofendemos gravemente a una mujer, a un hombre, a un menor. Pero la raíz del mal anida en nuestro interior cuando deseamos autocomplacernos sin amar ni respetar a la otra persona. Así llegamos a pecar contra nuestro prójimo, que Dios hizo a su imagen y semejanza, reduciéndolo a una mercancía que se usa y se tira.



Jesús declara que si no trabajamos seriamente en el centro de nosotros mismos para tener un corazón puro que nos haga felices y no ponemos en el centro de nuestro interés al hermano, no somos dignos de él ni ciudadanos de su Reino.
"Ustedes han oído que se dijo... Pero yo les digo", (Mt 5, 16-17).  


"Ustedes han oido, pero yo les digo"... Jesús no cuestiona las exigencias de la Bíblia ni intenta hacer un comentario sobre ellas: la ley de Cristo es un llamado a la purificación del corazón, es decir, de nuestras intenciones y deseos. Una lucidez que nace de una mirada puesta en Dios.




La Liturgia Cotidiana
Eduardo Carreño C. - Comunicaciones
Parroquia San Gregorio 

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