viernes, 20 de junio de 2014

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

La Solemnidad del "Cuerpo y Sangre de Cristo" nos hace revivir la presencia real de Cristo en la eucaristía y nos recuerda la nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo.
Es signo de fraternidad.

Cuando Jesús cambió el pan por carne

En el largo discurso del pan de vida. Jesús se ha definido a sí mismo como "yo soy el pan bajado del cielo". Los judíos por eso lo critican. Lo conocen como el hijo de José y María, criado en Nazaret.

Frente a esa critica, Jesús responde subiendo el tono y dice de sí mismo: "Yo soy el pan  de vida. 
El que come este pan vivirá eternamente". Inmediatamente, él cambia la palabra pan por carne. 
"El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". 

Los judíos enseguida se dan cuenta de que Jesús ya no habla del pan de la Palabra y se impresionan al escuchar "comer mi carne". Para ellos, en la Biblia, esa expresión también indica violencia y destrucción. En esa época, estaba terminantemente prohibido, por las leyes judías, beber sangre.

Jesús no hablaba de convertirnos al canibalismo. Estaba revelando una manera novedosa de hacerse presente y permanecer entre nosotros.

Sabemos que carne y sangre implican el hombre entero y no solo dos partes de un cuerpo. 
El evangelio también dice que Jesús, al instituir la eucaristía, se refiere a su cuerpo para indicarse a sí mismo.

Como hijos de Dios, nos nutrimos con el alimento que él instituyó como verdadero. Sobre todo, cuando recibimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús en la comunión, y nos hermanamos con él y con toda la comunidad.

Dios se instala en cuerpo y en alma y entre nosotros, alimenta nuestro espíritu y nos da fuerzas para seguir en el camino del amor.

En la eucaristía, está presente no solamente el cuerpo resucitado de Jesús, sino también toda su persona, sus afectos, sus pensamientos, su historia.

Por eso, es fundamental que lo recibamos con fe para, así, lograr, con él, una verdadera unión íntima que nos hermane con todos los creyentes.

"El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él"  (Juan 6,56).     

P. Aderico Dolzani, ssp.                      Eduardo Carreño C.
                                                         Parroquia San Gregorio

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