domingo, 26 de enero de 2014

Pescador de hombres - El corazón de la misión

El Señor Jesús inicia su actividad proclamando lo que es el centro de su mensaje: "Conviértanse, porque el Reino de Dios ha llegado" (Mt 4, 17). En esta frase del evangelio se resume toda la vida cristiana, la cual es -al mismo tiempo e inseparablemente- un regalo de Dios y una tarea para nuestra vida.

El Señor Jesús ofrece un don gratuito: el Reinado de Dios, la presencia de Dios es el regalo que él ofrece a cada persona. Es decir, Dios dio el primer paso y, en el Señor Jesús, 
él nos amó primero y tomó la iniciativa de cambiar nuestras vidas, conduciéndonos a vivir en la luz de su presencia.

La tarea que Jesucristo propone es la de reformar nuestras vidas. Sin un cambio profundo en nuestra manera de pensar y actuar -y no contentándonos con inútiles buenos deseos o puras buenas intenciones- nunca seremos capaces de ver los signos de la presencia del amor de Dios. El amor de Dios está al alcance de nuestras manos, pero no es compatible con un corazón envuelto en las tinieblas del egoísmo.

El Pescador de hombres y sus colaboradores

El evangelio presenta, también, que el Señor Jesús al inicio de su predicación elige y llama colaboradores para la misión que ha recibido de su Padre. A esos colaboradores, los encuentra en medio de sus actividades cotidianas de esforzados pescadores, y les hace una propuesta sorprendente: "vengan conmigo y los haré pescadores de hombres" (Mt 4, 19). 

Es fácil imaginar la sorpresa y el cambio impresionante que les trae el llamado del Señor Jesús. Es la misma sorpresa y novedad de vida que experimentan hoy tantos hombres y mujeres a quienes el encuentro con Jesucristo les transforma la vida y les da una nueva dirección. El llamado a ser discípulos es don y tarea. El regalo de la cercanía cautivante de Jesucristo -"vengan conmigo"-, y la tarea de colaborar en la misión renovadora de la Humanidad -"los haré pescadores de hombres"-.

"¿También yo, Señor?"

Dios busca colaboradores, los invita y confía en ellos. La colaboración con Jesucristo no es privilegio de algunos, sino que es el llamado a todos cuantos abren sus vidas al atractivo cautivante de Jesucristo: eso es ser cristiano, eso es ser discípulo.

CONALI / ecc

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