viernes, 29 de noviembre de 2013

TIEMPO DE ADVIENTO

¿Que es el tiempo de Adviento?


Con el tiempo de Adviento damos inicio al nuevo Año Litúrgico, el cual nos recuerda una verdad fundamental en nuestra vida cristiana: nuestro Dios es un Dios que siempre viene a nosotros: vino en Belén, vendrá al fin de los tiempos, viene espiritualmente en cualquier momento y de las maneras más sorpresivas: en una persona que nos quiere, en un pobre, en una lectura, en un hermoso atardecer, en la sencillez del Pan y del Vino consagrados.

¿Y por qué viene? Porque Dios es amor y el verdadero amor es así: siempre toma la iniciativa. No necesita que lo llamen. Y viene porque nosotros lo necesitamos a Él. Lejos de Él nuestra vida se oscurece, aunque tengamos muchas cosas materiales. Cerca de Él nuestra vida se ilumina, se alegra, renace la esperanza. De ahí la invitación del profeta Isaías: "ven casa de Jacob caminemos  a la luz del Señor" (Is, 2,5), que tiene eco en el Apóstol Pablo: "abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz" (Rom 13, 12).

Creemos en un Dios cercano, en un Dios que humildemente golpea la puerta de nuestro corazón. Si le abrimos, entrará con gusto y compartirá nuestra mesa. Será nuestro amigo y nos cambiará la vida: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con Él y Él conmigo" (Ap 3,20).

Estemos atentos

Sin embargo, hay que estar muy atentos y con los oídos muy abiertos porque su llegada nunca es estrepitosa. Belén es el ícono que nos muestra el modo en que llega Jesús a nuestras vidas: en el silencio, en la sencillez, en la humildad, rodeado de amor, de alegría y de esperanza.

Por eso nos cuesta descubrirlo. A veces estamos tan ocupados, tan distraídos o tan sordos por causa de una sociedad de consumo que ha convertido la Navidad en un festival de compras y venta, que no escuchamos la voz del Señor ni percibimos su presencia.

Por eso, Adviento es un tiempo para ejercitarnos en el arte de buscar al Señor, de oír sus llamadas de anhelar su presencia transformadora en nuestras vidas y disponernos para que nuestros corazones sean el pesebre en el cual Él vuelva a nacer.
Nos ayudará mucho para esto intensificar nuestra oración personal y comunitaria, en silencio ante Jesús Sacramentado o ante el pesebre. También haciendo lectura orante de su Palabra ("Lectio Divina") y participando en la Eucaristía.

Adviento: un tiempo de conversión

La oración más intensa de este tiempo nos ayudará a descubrir nuestras faltas y pecados y nos impulsará a un cambio cada vez más profundo en nuestra vida persona, comunitaria y social. En una palabra, el Espíritu Santo nos moverá interiormente a una auténtica conversión personal y pastoral y a expresar nuestro arrepentimiento en el sacramento del Perdón. Jesús no ha venido para condenarnos sino para salvarnos.

Jesús es el rostro misericordioso del Padre. El Papa Francisco no se cansa de repetirlo. 
Y el IX Sínodo de Santiago ya lo decía varios atrás: Jesús es Misericordia y se expresa preferencialmente hacia los más pobres: "la misericordia de Jesús es universal, sin sombra alguna de discriminación, pero que se expresaba con más fuerza ahí donde la miseria era mayor: los pecadores y alejados (Mc. 2, 13-17); los pobres, los oprimidos, los sufrientes y despreciados (Lc. 6, 17-21)" 
(ver IX Sínodo de Santiago, Conclusiones, n. 47 y siguientes).   

Una oración más intensa que nos impulsa a la conversión personal y comunitaria y a despojarnos de aquello que nos aleja de Dios aunque nos cueste y nos duela (penitencia), y que nos transforma en testigos del amor de Dios en el mundo, son los medios principales que nos ofrece la Iglesia en este Tiempo de Adviento, para dejar que el Verbo se haga carne en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades eclesiales.

La Virgen María, los santos y santas son un ejemplo vivo de lo que significa abrirse con decisión y docilidad a la acción del Espíritu de Dios en nuestras Vidas para que Él engendre en nosotros a Jesús, nos haga sus discípulos y colaboradores en la venida de su Reino.
¡Ven Señor Jesús!  ¡Venga a nosotros tu Reino! 




Pbro. Fernando Tapia 
Director Dpto de Espiritualidad.

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