domingo, 3 de marzo de 2013

Dios espera que demos frutos.

La Cuaresma que estamos viviendo es un camino de conversión, y la palabra del Señor de este domingo es un apremiante llamado a mirar con sinceridad nuestra vida personal y eclesial para ir entrando -cada vez más- en la mirada de Dios que nos pregunta por los frutos que estamos dando.
La parábola de la higuera que no daba frutos, puesta en medio de nuestro caminar cuaresmal hacia la celebración de la Pascua de Jesucristo, nos sitúa ante el carácter urgente que tiene la llamada a conversión y ante la esperanza que Dios tiene que cambiemos nuestra vida y demos frutos.
Una atenta mirada a la propia vida y una decidida confrontación con la palabra de Jesús es la que nos va mostrando los cambios necesarios para ir sintonizando cada vez más con el plan de Dios.
Dios espera los frutos que brotan de una fe renovada en este Año de la Fe, los frutos de una sincera búsqueda de mayor justicia, de una caridad activa que manifieste el amor de Dios, de una solidaridad generosa que sale al encuentro de las necesidades de los pobres y sufrientes. Dios espera los frutos de una Iglesia que sea testigo convincente de su evangelio en estos tiempos.
Tener conciencia de la urgente necesidad de cambios es sólo el primer paso; también, enfrentar las continuas postergaciones, la falta de decisión personal y la pereza con que vamos postergando la realización de tales cambios. Ante la pregunta por los frutos que faltan en nuestra vida y los cambios urgentes, no sirven los "quizás, algún día , o "más adelante, podría ser", o "en el futuro, lo veremos", etc...
¡Hoy es el tiempo de la conversión, hoy es el tiempo de dar los frutos que Dios espera de nosotros!  

CONALI

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