En el evangelio de hoy Jesús envía a Simón y a sus compañeros a ir mar adentro y echar las redes. El Señor lo hace sabiendo que ellos venían de ahí mismo sin haber conseguido nada. Ellos eran personas que dominaban perfectamente su oficio, que conocían a los peces y también los movimientos de las mareas. Por lo tanto podemos suponer que no les fue nada fácil creerle a Jesús y seguir sus indicaciones.
¿Y si Jesús les hubiera mostrado un lugar distinto o una técnica novedosa o algo que ellos desconocían les hubiera sido mas fácil aceptar sus consejos? Probablemente que sí, y a todos nos resulta más fácil creer en soluciones nuevas antes que insistir sobre algo conocido. Incluso podemos tener la tentación de querer abandonar algunas de nuestras opciones de vida en búsqueda de una supuesta plenitud.
Pero Dios actúa novedosamente en lo cotidiano, saca algo nuevo de lo viejo, es capaz de renovarnos en nuestra vocación allí donde estamos, desde el mismo lugar y situación. La clave nos la da Simón cuando dice: "Pero si Tú lo dices, echaré las redes". Las palabras del discípulo demuestran que la fe está estrechamente unida a la confianza. Antes de creer en ideas o en una doctrina, los cristianos le creemos a Jesús, a él como persona. Nuestra fe, junto con ser un don, es una experiencia: habernos encontrado con el Dios de la Vida, con Jesús de Nazaret. Ese encuentro, cuando le creemos al Señor y le tenemos confianza, será ciertamente renovador de toda nuestra existencia, de todas nuestras luchas y esfuerzos.
CONALI
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