Todos queremos ser felices: es el deseo más profundo del ser humano y el que guía todos nuestros actos. Si Dios puso ese deseo en nuestro corazón, tenemos la seguridad que podemos ser felices. Y el evangelio de hoy nos presenta el proyecto de Jesús para alcanzar la felicidad.
No se parece a la receta de tantos libros de autoayuda, artículos de prensa, programas de radio y televisión, seminarios, grupos terapéuticos y tantas otras formas con que se nos quieren vender fórmulas para vivir bien. Y cobrar por la receta.
Momentáneamente esos consejos pueden ayudar, pueden mejorar nuestra calidad de vida. Pero la felicidad que dan las cosas, las terapias, los grupos, es una felicidad frágil y precaria. Pareciera que más que darte la felicidad te la prestan o arriendan por un tiempo. Después nuestro corazón vuelve a estar inquieto y atormentado. La verdadera felicidad es la que supera los problemas de la vida y va más allá de la misma muerte.
¿Podrías recordar un momento en el que fuiste feliz? ¿Cuánto duró? Horas, días, semanas, meses, años... ¿Y qué fue lo que se llevó tu felicidad?
El proyecto de felicidad de Jesús, es gratis, no tiene fecha de vencimiento, es más fuerte que los problemas, las enfermedades y la muerte. Pero es así, exige mucho compromiso con él y con los demás. Y el gran compromiso de no buscarnos a nosotros mismos en nada y en nadie.
Si todavía no probaste una felicidad así, todavía no aceptaste la invitación a ser feliz como Jesús quiere. Pero siempre estás a tiempo.
"Felices ustedes..." (Mateo 5, 1 - 12).
P. Aderico Dolzani, ssp.
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