¡Qué pensó Dios al crear al hombre y a la mujer?. En la primera lectura, el libro del Génesis señala que no es bueno que el varón permaneciera solo y le creó una ayuda adecuada. Dios pensó al varón y a la mujer el uno para el otro, en complementariedad.
En el evangelio, los fariseos preguntan a Jesús si es lícito divorciarse de la mujer. Jesús les responde con otra pregunta; la misma, ayuda a distinguir entre una simple reglamentación humana y el proyecto de Dios. La prescripción de Moisés sobre el divorcio es cuestionada por Jesús como fruto de la mediocridad y remarca el origen del divino del matrimonio.
Sin duda que vivir "casados" para toda la vida, a nadie le puede resultar fácil. El amor humano es en sí mismo precario y frágil, pero más si permanece sólo a nivel instintivo. Tanto el varón como la mujer necesitan del tiempo y del espacio para la maduración efectiva, pasando y superando la atracción, el enamoramiento, el pololeo, el noviazgo y llegando al amor conyugal y familiar, que por el bien propio y de los hijos es oportuno y necesario que sea perdurable.
Todo es posible si se dan los pasos adecuados hacia la maduración, pero es más fácil cuando se aprende a vivir juntos desde, con, y en Dios. El amor verdadero nace de Dios porque el origen del mismo está en él, como dice la Carta a los Hebreos (segunda lectura).
Hoy la Palabra de Dios motiva a repensar el origen divino del amor conyugal, al iniciar la SEMANA DE LA FAMILIA. Esta encuentra eco en el mensaje del Papa Benedicto XVI durante el reciente VII ENCUENTRO DE LAS FAMILIAS (Milán 30 de mayo al 03 de junio de 2012); "Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de Dios".
Dios les bendiga.
P. Martín Dolzani, ssp.
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