domingo, 23 de enero de 2011

¿Es Chile una mesa para todos?


Puede ser una pregunta difícil y hasta incomoda. En esta época del año, en que tenemos la posibilidad de descansar, de compartir en familia y con amigos en torno a la mesa, disfrutando una rica comida, una buena y distendida conversación, sintiéndonos alegres y cobijados; nos hace bien preguntarnos por nuestros hermanos, los más vulnerables: ¿estarán viviendo lo mismo?


El Señor Jesús, en torno a la mesa, nos mostró de manera especial su amor por nosotros. Muchos de los momentos más significativos de su vida se entretejieron compartiendo la mesa con sus Apóstoles, con los alejados, los pecadores, los enfermos, los despreciados de su tiempo. Desde la mesa, el Señor comparte su propia vida: sirve, acoge, va al encuentro, sana y libera.


Abramos la mesa familiar a los pobres y alejados, a quienes se encuentran solos. Invitemos con generosidad a aquellos que no tienen una mesa donde sentirse acogidos y queridos. Nuestra familia experimentará que hay más alegría en dar que en recibir. Y ayudaremos a hacer de nuestra Patria, un lugar sin excluídos ni discriminados, donde todos vivamos como hermanos, una mesa para todos.


Rafael Silva Soler

Misión Continental

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