domingo, 19 de mayo de 2013

Un misterio llamado Iglesia

La fiesta de Pentecostés cierra el ciclo pascual. En este día, la comunidad de los primeros creyentes, Apóstoles  discípulos  las mujeres que acompañaban a Jesús y, entre ellas, María, la madre del Señor, recibieron al Espíritu Santo. Desde entonces, Dios mismo vino a habitar entre nosotros.
Les dio el poder de perdonar los pecados. Fue comenzar de nuevo, como nuevas criaturas, como recién creados por Dios. Así comenzó la historia con Adán y Eva. Así comenzó nuestra Iglesia: toda pura.
La fuerza del Espíritu no nos convierte automáticamente en santos y perfectos. Continuamos con nuestras debilidades y tentaciones, pero con la posibilidad de perdonar y ser perdonados. Si no ponemos en práctica este don del Espíritu, no somos fieles al Señor.
Esa es la fuerza que hace que la Iglesia, la comunidad de los creyentes, sea siempre joven, dinámica y que supere crisis, escándalos, dificultades y problemas que parecen invencibles. Es así desde hace más de 2000 años. Así será hasta el fin de los tiempos.
Cuando escuchamos la palabra "Iglesia", inmediatamente pensamos en edificios muy lindos, grandes o chicos, a veces, verdaderas joyas arquitectónicas. Todas son un remanso de paz y meditación en el ajetreo de la vida. Todas nos llaman a un mayor contacto con Dios.
Pero no hay en el mundo templo más hermoso que la persona humana, de cualquier raza y condición, porque en cada uno habita el Espíritu Santo. Este es el gran misterio y el gozo de Pentecostés: el envío del Espíritu a las personas, que todas unidas formamos la Iglesia, el pueblo creyente.
En estos tiempos de crisis, de dura lucha para vivir, se busca, a menudo, un momento de paz en las Iglesias de material. Y, en cierta medida, se lo encuentra. Pero mucho más profunda es la paz que puede dar el Espíritu que habita en nosotros.
¡Feliz cumpleaños, Iglesia! ¡Feliz cumpleaños, comunidad! Que tengas días serenos, porque es Señor estará contigo hasta el final de los tiempos.
"Como el Padre me envío a mí, Yo los envío a ustedes. Reciban el Espíritu Santo"  (Jn 20, 21 - 22).
P. Aderico Dolzani, ssp. 

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