2do Domingo de Cuaresma
Ciclo C
Color Morado.
Luces y sombras
Una tentación de los seres humanos en ver las cosas en blanco o en negro; es decir, que pensemos y actuemos por exclusión, separando claramente a "buenos" y "malos". Por cierto, al hacer esta división, cada uno se ubica en el lugar de los "buenos", y en los otros -que son los "malos" - se amontonan todos los defectos, límites y pecados posibles.
Esta forma de pensar y actuar es una de las más engañosas y mentirosas, pues no es capaz de ver la propia realidad personal con todos los defectos y pecados que cada uno no reconoce, pero que son patentes a los ojos de los demás.
Es preciso aceptar que la línea que divide a "buenos" y "malos" no pasa al lado mío (quedando yo, por supuesto en el lado de los "buenos", sino que pasa por mi propio interior. Es preciso reconocer que toda vida humana es una mezcla de luces y sombras, un tejido de gracia y pecado. A pesar que esto es algo tan evidente, es increíble lo que nos cuesta reconocerlo y lo inclinados que somos a hacer la separación entre "buenos" y "malos".
Llamados a la luz
La condición humana es una mezcla de luces y sombras, pero la Transfiguración de Jesús nos muestra la luz a la que somos llamados: el fin del ser humano es ser transfigurado por la luz divina, ¡resplandeciente como el Sol, sin zonas oscuras!
El camino de conversión cristiana es permitir que ese tejido de gracia y pecado que es nuestra vida, sea cada vez más urdido por la gracia divina; que esa mezcla de luces y sombras que es cada persona, sea más fulgurante de luz divina.
En el resplandor de la luz divina todo se ve tal cual es y todo encuentra su destino final. Por eso, lo que no es transfigurado e iluminado por el resplandor del Señor Jesús, es desfigurado y se transforma en una penosa caricatura; si el amor de esposos no es transfigurado en la mutua donación total y permanente, termina siendo una rutinaria soledad de a dos; si la amistad no es transfigurada por la lealtad en los momentos difíciles, termina siendo un aprovechamiento del otro; si la actividad política no es transfigurada por la búsqueda de justicia social, termina siendo un corrupto juego de poderes; si los bienes económicos no son transfigurados por la generosidad y la solidaridad, terminan siendo la muestra del propio egoísmo, etcétera. En una palabra lo que no es transfigurado, es desfigurado.
Dejarse iluminar
¿Cómo vivir este luminoso proyecto? La respuesta viene de la Voz que escucharon los discípulos en el monte de la Transfiguración: Este es mi Hijo, el Elegido, ¡escúchenlo! (Lc 9, 35), y a Jesús no se le puede escuchar si no es siguiéndolo, recorriendo su mismo camino en el itinerario imprevisible de nuestra vida. De ahí que seguir a Jesús significa tomar la propia cruz y dejarse iluminar.
Ambientación.
El domingo pasado iniciamos nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua con el relato que nos presentaba al Señor Jesús tentado pero el Enviado del Padre vence toda tentación y con él también podemos ser vencedores.
Este domingo, en el relato de la Transfiguración, el Señor Jesús manifiesta la gloria de su divinidad a sus discípulos. Todo es radiante y resplandeciente, y es el anticipo de la gloria a la que estamos llamados: Nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua comenzó invitándonos a reconocer las zonas oscuras de nuestra vida, y hoy nos anuncia la luminosidad gloriosa a la que somos llamados.
Primera lectura: Gn 15, 5-12. 17-18
La alianza que Abrahám acepta firmar con Dios es un acto de fe en Quien lo invitó primero a salir de su tierra y lazos familiares. El mismo Dios es el que hoy nos invita a descubrirlo como quien nos propone el camino a transitar. ¿Estamos en esa ruta?
Lectura del Libro del Génesis.
Salmo: 26, 1. 7-9. 13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
Segunda lectura: Flp 3, 17 - 4, 1
San Pablo se presenta él mismo como ejemplo sobre cómo ser fiel al Dios de la vida y la felicidad, dejando atrás un estilo de vida que lleva a la muerte.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Versiculo antes del Evangelio: Mt 17, 15
Desde la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo".
Evangelio: Lc 9, 28-36
Tres de los discípulos preferidos de Jesús presencian la transfiguración de su Maestro, una gracia especial que los estaba preparando para los dias dificiles que se avecinaban.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con Él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.
Palabra del Señor.
Heme aquí frente a un destello de
luz que ilumina por poco tiempo, por un solo instante, tu vida, tu misión,
Jesús. Comprendo que sobre ti se abre el cielo, es decir, se manifiesta el
Padre: para hacerme comprender quién eres tú, y cuál es el destino que te
espera. Tú eres el Hijo de Dios: él se complace en ti, porque tú eres el hijo
único, el nuevo Isaac, pronto para el sacrificio, expresión final del amor que
salva.
Tú eres el
profeta, enviado por Dios para prender en el mundo la antorcha de la verdad:
nosotros debemos escucharte, porque tú eres la palabra hecha carne, tú eres la
vía porque eres la verdad y la vida.
Tú eres el
predilecto, el amado por excelencia; y nosotros nos reconocemos en ti, hijos en
el Hijo, amados en el Amado. A través de ti, nuestro hermano universal,
nosotros podemos redescubrir cada vez más y siempre mejor la dignidad y la
alegría de ser hijos de Dios.
Papa Francisco: Hoy el Evangelio nos presenta el acontecimiento de la Transfiguración. Es la segunda etapa del camino cuaresmal. La montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el sitio de la oración, para estar en presencia del Señor. Allí arriba, en el monte, Jesús se muestra a los tres discípulos transfigurado, luminoso, bellísimo; y luego aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él. Su rostro estaba tan resplandeciente y sus vestiduras tan blancas, que Pedro quedó iluminado. El Padre proclama a Jesús su Hijo predilecto, diciendo: "Escúchenlo" (v. 5). ¡Esta palabra es importante! Y esto no lo dice el Papa, lo dice Dios Padre, a todos: a mí, a ustedes, a todos, a todos. Es como una ayuda para ir adelante por el camino de la Cuaresma. "Escuchen a Jesús". No lo olviden.
Comisión Nacional de Liturgia
Experiencia de Oración en el Evangelio de Lucas
Evangelio 2016 Jubileo Extraordinario de la Misericordia
Eduardo Carreño C. - Comunicaciones - Parroquia San Gregorio.




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