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Domingo de Cuaresma: 14 de febrero de 2016
Muchos pedirán hoy la “imposición de las cenizas” tener preparado todo lo
necesario. Al final del primer domingo de Cuaresma recordar el sentido de la
“cajita de Cuaresma” (la Campaña de Cuaresma comienza el mismo miércoles de
Ceniza, pero no toda la gente alcanza a participar en esta Misa).
1.- Conviértete
y cree
“Conviértete y cree” fueron
las palabras que marcaron nuestra frente con la cruz de cenizas. Tal vez algunos pedirán hoy día este signo de
conversión. “Convierte y ten fe” ¿en quién?
En el Señor Jesús, nuestro Dios. Él es el evangelio de Dios Padre en
medio de este mundo. Ten fe en el Espíritu de Dios que conduce los pasos de tu
vida, que mueve la historia de la humanidad para que culmine en la Pascua de la
vida nueva y definitiva.
Lo que está en juego
claramente es la fe. La tienes en tu boca y en tu corazón. Con los labios la
proclamas, con tu corazón la afirmas: ¡”sí Señor, yo creo”!
¿Y por qué es tan importante
este acto de fe? Porque sin fe no hay salvación. Es Otro el que salva: cree en
Él. No eres tú el que te salvas. Ese es el peor error. Es volver a la primera
página de la Biblia y querer endiosarse. Del viejo Adán y de la primera Eva, de
ahí vienen todas las tragedias de este mundo.
2.
¿Queremos cambiar el mundo?
Miremos al mundo en que
vivimos. Miremos nuestra Patria. Miremos nuestra Iglesia. Miremos nuestras
familias. Todo lo que hay en ellas no logra sobresalir. Y es mucho más que lo
malo. Sin embargo, nuestra sensación es que las cosas están mal. Y nos quedamos
con ese sabor amargo en nuestros labios.
Si queremos efectivamente
que el mundo cambie, hay que empezar por uno mismo, pero no metiéndose para
adentro, ni centrándose en sí mismo, como dicen algunos. Jesús nos enseña a
vivir con los ojos puestos en los demás para amar, para servir, para esperar.
Si queremos ayudar a cambiar
nuestras familias, nuestra Patria, nuestra Iglesia, no la vamos a hacer sólo
con nuestra crítica. Bienvenida la crítica… pero siempre que nos hagamos cargo
de lo que criticamos. Nada cuesta mirar y despreciar a los otros. Nada cuesta
denunciar el pecado ajeno. Nada cuesta el pelambre destructivo. Lo que cuesta
es construir. Hacernos cargo del defecto del otro, del pecado del otro. ¡Eso es
vivir con Misericordia!, como lo pide el Papa en este Año Santo.
Si queremos efectivamente
ayudar a cambiar este mundo, tenemos que enrolarnos en la lucha de la fe. Y lo
esencial de esa lucha es hacer una profesión de fe, como la que pone Moisés en
los labios de su pueblo, en la primera lectura, y como lo hace Jesús para
vencer la tentación. El punto central es saber en quien creo yo, en ¡¡quién
crees tú!! ¿Crees en el Señor Dios o crees en los dioses de este mundo?
3. La tentación vencida
Meditemos por un instante en
la Tentación vencida, como dice san Agustín. La táctica del demonio en
mostrarse sugerente, obviamente, “tentador”. De lo contrario no tendría
adeptos. ¿Y cómo lo hace? Lo hace maliciosamente citando las palabras de la
Escritura, las mismas que acabamos de rezar en el Salmo, afirmando nuestra
confianza en el Señor. Y lo hace provocando a Jesús para que, ante sus ojos
pretenciosos, Jesús demuestre su misión y su divinidad. “Si eres el Hijo de Dios”…
Y peor, “todo esto será tuyo si te postras delante de mí”… Y desgraciadamente
demasiadas personas, cristianos incluso, se han postrado ante el poder, ante el
dinero (aún más que ante la riqueza), ante lo que el Papa llama “la
mundanidad”.
Jesús no entra en diálogo.
No negocia la tentación. No cae un poquito, como nosotros cuando decimos que
“no hay que frustrar las tentaciones”. Jesús, guiado por el Espíritu Santo,
hace un acto de fe, con tres frases definitivas:
·
No sólo de pan vive el hombre;
·
Adorarás al Señor tu Dios y a él sólo servirás;
·
No tentarás al Señor, tu Dios.
El demonio quería saber si
Jesús era el Hijo amado de Dios. Ahí tiene la respuesta. Contundente.
Definitiva.
Pero, cuidado, el demonio
volverá a la carga muchas veces en la vida de Jesús porque no se retiró para
siempre, sino “hasta que llegara su hora”. Y su hora será cada vez que Jesús
rechaza la espectacularidad, cada vez que Jesús es provocado para usar sus
poderes para sí mismo, cada vez que el pide silencio después de un milagro. Y
por cierto, su hora… cuando llega la pasión y tiene que volver a hacer estas
mismas afirmaciones ante Pilato y ante quienes lo llevan al patíbulo.
La pregunta que hoy tenemos
que responder, lo repito: “¿en qué Dios crees tú?”, “¿a quién le rindes culto?”
Y acuérdate, acordémonos, que también podemos retar al demonio con la fuerza
del Espíritu Santo, diciéndole: “no tentarás al Señor, tu Dios”
simplemente porque debido a la Misericordia de Dios, yo también soy su hijo, su
hija, en quien Él tiene todas sus complacencias. Lo podemos hacer con palabras
tajantes o simplemente entonando el Magníficat de María, “el Señor ha hecho en
mí maravillas, santo es mi Dios”.
La historia ha probado que
este es el mejor exorcismo, ya que el Demonio nunca pudo con Ella.
Para la
Oración Universal:
Instruidos por el ejemplo de Jesús, el Señor, que en
el desierto e entregaba a la oración, oremos también nosotros con insistencia a
nuestro Dios:
Por el Papa Francisco, para
que pueda seguir llevando adelante con alegría y entrega, el testimonio de la
gran misericordia que Dios Padre nos tiene.
Para que, en este tiempo de Cuaresma, Dios conceda a
todos los creyentes la fuerza necesaria para vencer el mal, convertirse de su
mala conducta y retomar el camino del bien.
Para que el Señor conceda su fuerza a los que se ven
tentados o se sienten turbados, infunda el deseo de la conversión a los
pecadores y otorgue el consuelo del cielo a los que están tristes y abatidos.
Para que, el Señor, conceda a nuestra Patria vivir en
justicia, paz y honradez.
Para que tú, Señor, nos des consuelo y paciencia en
nuestras enfermedades y las de nuestros hermanos, de manera que podamos sanar
nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma,
por el milagro de la misericordia.
Parroquia San
Gregorio
Avda. Cardenal
Raúl Silva Henríquez N° 8220
P_sangregorio@hotmail.com - Fono:
225254087
Casilla Nº 35 –
Correo 15 – La Granja



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