sábado, 16 de enero de 2016

El Vino de la Vida

Los evangelios relatan que Jesús participaba de la vida social de su tiempo: fiestas religiosas, casamientos, funerales, reuniones en la sinagoga. También se reunía con personas de toda clase social en cenas y celebraciones. No era un asceta, una persona triste, aunque reservaba largos períodos a la soledad, la oración y a la formación de los suyos.

María, como toda madre, está presente en el inicio de la vida de Jesús y en los comienzos de su predicación, premurosa... Después desapareció hasta el momento de la crucifixión. No interfería en las decisiones y el ministerio de su Hijo. Lo acompañó con el amor de madre, atenta a las necesidades, pero sin condicionarlo.

Jesús fue invitado a un casamiento con sus discípulos... María, atenta y previsora, le comunicó un problema que amenazaba con acabar la fiesta: no había más vino.

Quieren festejar, pero no podían... María intervino facilitando las decisiones de Jesús, que pedía llenar las jarras de las abluciones con agua: unos cincuenta litros. Los siervos habrán pensado que era una broma o locura. ¿A quién se le ocurre servir tanta agua cuando escasea el vino?

Al servirla, vieron que era vino... ahora es Jesús el que invita.

Así son nuestras vidas... En una pareja, puede terminarse el vino del amor, y reinan la rutina y los reproches. En lo espiritual, el cansancio y la costumbre nos llevan a la tibieza. En el trabajo, los problemas y el maltrato transforman el día en un infierno o purgatorio. Se terminó la fiesta de nuestra vida y se refleja en los rostros y en los ojos.

"Hagan lo que Él les diga", dijo María... 

Jesús quiere llenar nuestra vida, intensamente. Él puede cambiar nuestra tibieza en fervor, nuestro infierno en cielo si no pretendemos ser el centro del mundo, un matrimonio rutinario en amor pleno si ponemos al ser querido en el centro.

"Hagan lo que él les diga" (Jn 2, 5).

La liturgia de este domingo, nos invita a reconocer la presencia del Señor en nuestras vidas. El evangelista Juan nos invita a identificar el primer signo que él realiza en unas Bodas en Caná, donde estaba María, su Madre y nuestra Madre. 

Primera lectura: Isaías 62, 1-5
Dios no nos abandona, siempre está a nuestro lado. Él nos ama como el esposo ama a su esposa y nos propone un camino de felicidad.
Lectura del libro de Isaías. 

Salmo responsorial: 95, 1-3. 7-10
R/. Anuncien las maravillas del Señor por todos los pueblos.

Segunda lectura: 1 Cor 12, 4 - 11
En la comunidad cristiana hay una gran variedad de carismas, de servicios y ministerios, pero es el Espíritu el que los distribuye y orienta para el bien común.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Aleluia. 
Aleluia. Dios nos llamó por medio del Evangelio para poseer la gloria de N. S. J. C. Aleluia. 

Evangelio: Jn 2, 1-11
Jesús realiza su primer signo y sus discípulos creen en él. La presencia de María en las Bodas de Caná es una invitación para que hagamos siempre lo que Jesús quiere de nosotros.
Evangelio de N. S. J. C. según san Juan.

Se celebraron una bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino". Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía". Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que Él les diga". Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete", Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y, cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento". Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él. 
                                                     Palabra del Señor. 

Dios sigue siendo el Emmanuel: Dios con nosotros. Valoremos su presencia amiga en lo cotidiano, como estuvo en las Bodas de Caná. Que su Palabra sea luz para nuestros pasos y nos reconforte en nuestro caminar. 

                                                                     La Liturgia Cotidiana / Enero 2016 
                                     Eduardo Carreño C. / Comunicaciones / Parroquia San Gregorio
                                                                    











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