domingo, 3 de mayo de 2015

YO SOY LA VID VERDADERA

Llegamos al quinto domingo del Tiempo Pascual, y quisiéramos que el entusiasmo que la resurrección de Jesucristo suscitó en sus discípulos  fuera también el nuestro: como el san Pablo, cuyos primeros pasos como cristiano nos relata hoy la primera lectura (Hech 9, 26-31), diciendo que poco después de su conversión ya predicaba decididamente en el nombre del Señor. ¿Que fuego era ése que le quemaba el corazón a Pablo, como se trasluce en todos sus escritos, llenos de pasión y de amor por Jesús y su evangelio?

Una enfermedad que siempre acecha a los creyentes es la instalación, la pérdida de iniciativa, el cansancio del amor a Dios y al prójimo, la esterilidad en la oración y en el compromiso cotidiano con el evangelio. Volver permanentemente a la novedad de la resurrección nos mantiene unidos a Jesús como amigos, discípulos y misioneros. El evangelio de hoy (Jn 15, 1-8), nos regala una imagen que nos ayuda a comprender cuán unidos estamos a Cristo quienes hemos sido bautizado en su nombre: la de la vid y los sarmientos. Si una rama no permanece unida al tronco, se muere. Podrá permanecer viva y verde un breve tiempo, pero luego muere. Así es con los cristianos, que son las ramas de la parra que es Cristo: si no permanecemos unidos a él, vamos perdiendo el amor por lo que él murió y resucitó: el Reinado de Dios, la Vida plena para todos, un mundo según el proyecto de Dios. Vamos languideciendo en la amistad con él (la oración), en la alegría de celebrar nuestra fe (la liturgia), en el deseo de alimentarnos de su Vida (los sacramentos) y en el entusiasmo de nuestro testimonio (la misión).

Quisiéramos renovar nuestra adhesión a Cristo, vid verdadera, y seguir amando no "con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad", como nos dice hoy san Juan en la segunda lectura (1Jn 3, 18-24).

CONALI / Eduardo Carreño C. - Comunicaciones Parroquia San Gregorio - La Granja. 

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