sábado, 16 de mayo de 2015

La Ascensión del Señor: punto de llegada y punto de partida

En este domingo de la Ascensión de Jesús, la liturgia de la Iglesia nos lleva a contemplar a Cristo Glorificado, porque él nos precede, va delante de nosotros: Celebramos la Pascua, y hoy se nos muestra el último hito de nuestro camino. Jesús, él que nos ha dado pruebas del amor más grande, él que ha vencido a la muerte y vive para siempre, se nos manifiesta hoy glorificado, se nos manifiesta hoy en la vida plena de Dios, como anuncio de vida plena para todos. 

Nosotros, los que nos reconocemos sus discípulos que queremos seguirlo, nos sentimos reconfortados mirándolo a él. Él nos da la esperanza de una vida nueva, plena, definitiva: nos da la esperanza de vivir la vida de Dios. 

Nosotros, ahora, en nuestro camino en este mundo, ya podemos vivir esta vida de Dios. La vivimos porque tenemos en nuestro interior el mismo Espíritu de Jesús, que nos fue dado en el bautismo y en la confirmación. la vivimos porque la eucaristía, que nos reúne y alimenta cada domingo, nos une con Jesucristo glorificado. La vivimos cuando amamos y servimos a los demás, sobre todo a los más necesitados, la vivimos en la tarea misionera del anuncio del Evangelio.

Pero esta vida de Jesucristo glorificado, la viviremos un día en plenitud. Seremos plenamente hijos del Padre, y seremos de verdad hermanos de todos, sin desigualdades, ni tristezas, ni pecado, ni dolor. El amor de Dios Padre nos unirá de nuevo a quienes el poder de la muerte nos separa y destruye. La fiesta de la Ascensión es una invitación a recordar "la casa del Padre" y a escuchar con fe las palabras de Jesús: "En la casa de mi Padre hay lugar para todos... Ahora me voy a prepararles un lugar".  (Jn 14,2).  

CONALI /       Eduardo Carreño 
                         Comunicaciones
                    Parroquia San Gregorio

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