Con este domingo concluimos el tiempo pascual, un tiempo especialmente marcado por la alegría de la presencia del Señor resucitado. En este día de Pentecostés, celebramos la venida del espíritu santo sobre los Apóstoles y el comienzo de la misión de la Iglesia, alentada y sostenida por la fuerza del mismo Espíritu.
La Palabra de Dios que hoy escuchamos nos alienta, al mostrarnos a los discípulos de Jesús, expectantes y un tanto atemorizados después de las resurrecciones de su maestro, transformadas por el Espíritu de Dios en valientes testigos, capaces de superar sus temores y toda barrera de raza o cultura, aunque somos diferentes, con distintas cualidades, tenemos el mismo Espíritu, y estamos llamados a hacer fructificar este Espíritu para que la obra de Jesús continué. Por su parte, el evangelio nos mostrará a Jesús resucitado dando el don de la paz a los Apóstoles, enviándolos como testigos de su misericordia.
Celebrar Pentecostés, escuchar la palabra de Dios, tiene que animarnos a todos, especialmente en este tiempo de misión. El mismo Espíritu que viene sobre los Apóstoles, el Espíritu de Jesucristo resucitado, lo hemos recibido nosotros por el Sacramento del Bautismo y el de la Confirmación. Ese Espíritu nos une a Cristo y nos fortalece, para que cada uno, según su propia vocación, pueda ser testigo eficaz del evangelio.
Pidamos hoy al Señor, al terminar este tiempo de Pascua, que el Espíritu venga sobre nosotros y toda su Iglesia, nos llene con sus dones, que sea siempre nuestra fuerza para vivir la vida nueva del Señor resucitado, y ser sus testigos en medio del mundo.
Comisión Nacional / Eduardo Carreño C.
de Liturgia Comunicaciones
Parroquia San Gregorio
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