martes, 21 de julio de 2009

La Santidad es posible, ¡¡Vivela!!


BEATO CEFERINO NAMUNCURA ¡La alegría de los pequeños y humildes!

"Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos" (Mateo 11,25).
Son precisamente estas palabras de Jesús las que se encarnaron en el corazón del Beato Ceferino Namuncura, llevándolo a vivir aquella experiencia renovadora del amor de Dios.
Dar gracias por este joven beato significa también conocer y apreciar las tradiciones de nuestro pueblo Mapuche junto a la fuerza amorosa del Evangelio que nunca destruye los valores que existen en una cultura sino que se encarna en ellos tendiendo un puente entre comunidad y fe. La vida de Ceferino fue de tan sólo de 19 años en esta tierra: una parábola rica en enseñanza que nos invita a renovar nuestro compromiso con los jóvenes de nuestro tiempo. Ellos tienen el potencial evangelizador capaz de renovar a sus barrios y poblaciones con la solidaridad y la alegría de Jesús. "¡Quiero estudiar para ser útil a mi pueblo!", decía este beato a los educadores salesianos: Bien por los salesianos y salesianas que han formado el corazón de Laurita y Ceferino. Y bien por los jóvenes que quieren dejarse formar para ser personalidades claras y atrayentes. ¡Cuántos jóvenes más deben haber en nuestras parroquias con este compromiso! Ceferino se dejó alumbrar por las enseñanzas de Santo Domingo Savio las que, gracias a la educación de los misioneros salesianos, le forjaron un camino directo al corazón del Padre Dios. Su anclaje fue siempre la Eucaristía, lo que lo llevó a cumplir con alegría el servicio de sacristán, prolongando así el diálogo cercano con Jesús. Este Beato une en su amor a dos pueblos hermanos como lo son Chile y Argentina, y une a dos razas que a veces no han sabido convivir: los blancos y los mapuches. Así derriba en su carne las fronteras y distancias que nos separan, expresando que la Buena Noticia de Jesús llega para todos los pueblos y naciones, para todas las razas y lenguas. Es una luz de esperanza que expresa la potencia de la Vida en una época en que abundan las noticias tristes y desesperanzadas. "Ven, amigo, ven", escuchó Ceferino en la invitación de Dios que, venciendo a la muerte, deja vacíos los sepulcros de la tierra. ¡Ceferino, abrázanos en el camino a Dios para que podamos encontrarnos con tu amigo Jesús.
P. Cristian Precht Bañados.


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