martes, 12 de julio de 2016

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN, Madre y Reina de Chile.

Una nube promete el agua esperada

En tiempo de Ajab hubo una gran sequía y el profeta Elías fue enviado para anunciar al rey el final del desastre. Justamente la Patrona de Chile, Nuestra Señora del Carmen, es la mediadora en las necesidades del país, especialmente de los desastres como: los terremotos y la abundancia o escasez de agua. No es casual que María se le apareciera a Simón Stock (carmelita), el 16 de julio del año 1251, en la misma montaña en que Elías conversaba con Dios, prometiéndole su ayuda a cuantos le invoquen. 



Maria es instrumento, como aquella nube, para que Dios envíe  a su Hijo. Ella sigue siendo nuestra "mediadora" ante Dios y nuestro "modelo" de discípulos misioneros del Reino en nuestros días, ayudándonos a salir de otras malarias como son: la droga, la prostitución, la violencia generalizada, los favoritismos, etcétera.

San Juan, como testigo ocular, en el Evangelio certifica que Jesús nos la deja como Madre de todos, y no sólo para que nos cuide, sino también para que nos indique, con sus palabras  y gestos, por donde avanzar en los caminos de Dios.

En medio de las muchas vicisitudes, personales y sociales, Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile, marca nuestro camino de fe y la meta hacia donde llegar.

Con gran alegría en el Señor, celebramos la Solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile, en la que se alegran también los Ángeles, alabando al Hijo de Dios.

La liturgia de este día nos presenta a la Virgen del Carmen, como Madre, Patrona y Reina de nuestro país y de todos los creyentes. Junto a la cruz, Jesús nos dejó a su Madre para que caminemos seguros hacia el encuentro del Padre.

Primera lectura:  1 Rey 18, 1 - 2. 41 - 46
La "nubecilla" divisada por Elías desde el Carmelo se aplica a la Virgen María quien con su "sí" nos regaló a Jesús, el agua viva que apaga nuestra sed.
Lectura del libro de los Reyes.

Salmo: En el Señor se encuentra la misericordia.

Segunda lectura: Gál 4, 4 - 7
San Pablo nos muestra el camino de la libertad cristiana, un camino que fue posible con la colaboración de la virgen María, quien nos entregó al Hijo de Dios.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.



Aleluya. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Aleluya.



Evangelio:  Jn 19, 25 - 27
San Juan, como testigo directo, nos indica que Jesús nos entregó a María como madre de todos los creyentes.



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana  de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor. 



Los que no abandonan al Crucificado (19, 25 - 25).
En los demás Evangelios "todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron"  (Mc 14, 50 y par.) Sólo algunas mujeres "quedaban mirando de lejos" (Mc 15, 40 y par.). Jesús murió solo, abandonado incluso por su Padre (Mc 15, 34). Pero en este Evangelio, "su madre", el "discípulo amado" y unas discípulas más perseveran al pie de la cruz. 
¿Que mensaje especial quiso darse la comunidad con estos detalles?

Como vimos en la boda de Caná, este Evangelio NUNCA DA NOMBRE, ni a "la madre de Jesús", ni al discípulo amado. Hace sospechar que, como tantos otros personajes en este Evangelio, tienen significados más profundos, son personajes colectivos: representan a grupos o pueblos. El discípulo amado sería el discípulo ideal, fiel amante de Cristo, que la comunidad pone como modelo de imitación. La joven comunidad que nos dio este Evangelio, se vio a sí misma en ese discípulo ideal, tan cercano al Señor. Este Evangelio nos ha dado una parte de los mensajes que ha recibido en esa unión tan íntima entre ella y Cristo. Es esa la comunidad-discípulo que no abandona a Jesús ni en los tiempos difíciles de la cruz. Allí al pie de la cruz, Jesús de entrega "su madre".


¿Quien era la "Madre de Jesús"?
En el cuarto Evangelio, la "madre de Jesús" es MUJER, sin otro título (2, 4; 19, 26). Sería la mujer-pueblo fiel en cuanto origen de Jesús y del movimiento cristiano. Sería el RESTO FIEL de Israel que esperaba y preparaba la venida del Mesías. Como ya vimos, era esa la parte fiel del pueblo que primero se dió cuenta que a la Ley Antigua le faltaba el vino del Espíritu; y se lo pidió al Mesías. Pero todavía no era su "hora" (2, 3ss).

Ahora sí, es "la hora". Al pie de la cruz, Jesús entrega esa parte fiel de su pueblo, al cuidado de la joven comunidad cristiana. La "mamá, Israel fiel" tuvo que darse cuenta de que su verdadero hijo es la joven comunidad cristiana, tan llena del Espíritu: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (19, 26).

Y el "hijo" tenía que comprender que su origen está en el Israel fiel que comenzó su renovación ahí en el desierto: "Hijo, ahí tienes a tu madre" (19, 27). Ella es la herencia de Israel fiel que se confía a los cristianos. Jesús quiere que esa joven comunidad cristiana se preocupe por su pueblo-madre para que tenga también el vino sabroso del Espíritu. Después de tantos conflictos entre cristianos y "judíos" en este Evangelio, es hermoso ver, al final, la entrega mutua entre la "madre" fiel, y el discípulo amado. Se encargan de su cuidado mutuo. 

Hoy día cuando, hay tantos esfuerzos para reconciliarnos con el pueblo judío (y los "hermanos separados"), este texto es muy apropiado: aquel el antiguo y nuevo Israel se unifican. 

Papa Francisco:  María está desde siempre presente en el corazón, en la devoción y, sobre todo, en el camino de fe del pueblo cristiano. "La Iglesia... camina en el tiempo... Pero en este camino procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María" (Juan Pablo II). Nuestro itinerario de fe es igual al de María, y por eso la sentimos particularmente cercana a nosotros. Por lo que que respecta a la fe, que es el quicio de la vida cristiana, la Madre de Dios ha compartido nuestra condición, ha debido caminar por los mismos caminos que recorremos nosotros, a veces difíciles y oscuros, ha debido avanzar en "la peregrinación de la fe" (Lumen Gentium, 58).



La Liturgia Cotidiana
Como entender los mensajes del Evangelio de Juan (Augusto Seubert)
Evangelio 2106 - Papa Francisco
Eduardo Carreño C. - Comunicaciones - Parroquia San Gregorio











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