domingo, 5 de junio de 2016

El Domingo, día del Señor - 10° durante el año

SEÑOR de la VIDA


La eucaristía es un sacramento de vida. Dios nos convoca para regalarnos siempre vida en abundancia: por su Palabra, por su Cuerpo y Sangre, en comunidad.

San Pablo escribe  a los gálatas, como leemos en la segunda lectura de hoy, que la Buena Noticia que él les ha predicado no es un mensaje humano, sino revelado por Jesucristo el Señor. Es por eso que en nuestra liturgia, cuando proclamamos la Palabra, decimos "Palabra de Dios" o "Palabra del Señor", y respondemos "Demos gracias a Dios" o "Gloria a ti, Señor Jesús".

También nosotros necesitamos recordar cada vez que escuchamos la Sagrada Escritura, que su contenido no es meramente una palabra escrita por hombres, sino que está inspirada por Dios. Es decir, tiene su origen en Dios mismo. Él es el autor de la Biblia. Es él quien nos habla por medio de los escritores bíblicos, de los profetas y, de modo principal, por medio de Jesús, a quien con san Juan llamamos con justicia "Verbo" o "Palabra de Dios".

Lo que Dios quiere, por medio de su Palabra, es regalarnos permanentemente su propia vida. La primera lectura de hoy nos relata la sanación del único hijo de una viuda por medio del profeta Elías. "Mira, tu hijo vive", dice el profeta a la afligida mujer, y ella reconoce la acción de Dios en esa vida recobrada por su hijo moribundo.

El evangelio, como un eco aumentado de ese relato, nos ofrece el conmovedor relato de la resurrección del único hijo de una viuda en la ciudad de Naín. Jesús ni siquiera espera que la viuda, llorosa en el cortejo fúnebre que lleva a enterrar a su hijo, le pida un milagro; él mismo, conmovido por el dolor de la mujer, toma la iniciativa y resucita al joven. Como todos sus milagros, Jesús regala vida allí donde hay muerte y alegría allí donde hay lágrimas.

Dios está siempre a favor de la vida, y de la vida en abundancia: esa es la Buena Noticia que se nos sigue revelando hasta hoy. La gloria de Dios es la vida humana en plenitud, luminosa de justicia, de paz, de fraternidad y de gozo.

Primera lectura:   1 Rey 17, 17 - 24
¿Alguna vez hemos reprochado a Dios una enfermedad, un sufrimiento, una desgracia que nos ocurre? Dios quiere nuestra vida y nuestra felicidad. Este relato nos lo recuerda una vez más. 
Lectura del primer libro de los Reyes.

Salmo responsorial:   Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste.

Segunda lectura:   Gál 1, 11 - 19
San Pablo se sabe instrumento y apóstol de un mensaje que viene de lo alto, que nos es "cosa de los hombres", como nos dice hoy en su carta a los gálatas.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.

Aclamación al Evangelio.
Aleluya. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.

Evangelio.   Lucas 7, 11 - 17
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, Yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobre cogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
Palabra del Señor.
                                      R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión.
Que Dios sea un Dios que ama, protege y regala vida en abundancia es una verdad llena de consecuencias para nuestra vida personal y social. 
¿Soy consciente de esas consecuencias?
¿Cómo puedo y debo comprometerme más y mejor por la vida de todos mis hermanos, especialmente de los mas pobres, desvalidos e indefensos? 


El Domingo, día del Señor
Comisión Nacional de Liturgia
Eduardo Carreño C. - Comunicaciones - Parroquia San Gregorio.

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