Ya pasaron dos mil años desde que se escuchó esa noticia y ahora Jesús nos invita a su cumpleaños. El niño Dios escogió llegar a nosotros en la humildad de un establo, como quien no hace ruido al abrirnos las puertas de su casa. ¿Nos dejamos invitar a una fiesta tan especial?
En medio de las compras navideñas, buscamos al Dios de la paz entre los regalos con ticket de cambio. Lo buscamos en carteles publicitarios de niños con cajas que brillan, en la fiesta y el licor de menta... "Pero si yo lo busco en Navidad", Yo lo invito a mi casa en Nochebuena", podríamos responder. Sin embargo, más importante que buscarlo es dejar que Él nos encuentre, a su manera...¿Por qué no celebrarlo como a Él le hubiera gustado?
El niño de Belén invito primero a los sencillos pastores del campo. Ellos "guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño", lo que en palabras simples nos expresa que los pastores estaban haciendo su pega, como tú o como cualquier chileno en estas fechas de fin de año. Los pastores no tuvieron que ir a buscarlo, ¡fue Él quien los buscó a ellos!. Pero no los invitó con la promesa de un espectáculo lleno de luces que parpadean, tampoco los invitó a una lujosa cena de Navidad, con regalos de última generación: los invitó a compartir un momento íntimo, a regalarse ternura, perdón, una oración y compañía sencilla..., algo que todos podemos regalar. ¡Los invitó a hacerse ellos mismos un regalo!
La Navidad está cerca y nuestro mundo aún no reconoce el camino hacia la paz. ¡Hay guerra en todas partes! Como el misterio de la Navidad nos permite mirar los ojos de Jesús en cada niño que nace, que llora, que necesita, pasa hambre y tiene miedo, reconozcamos en nosotros mismos al humilde niño de la paz que tanto nos debemos, haciendo de esta Navidad una fiesta que celebra al festejado como a Él le hubiera gustado.
Pablo Walker - Capellán General Eduardo Carreño C.
del Hogar de Cristo. Comunicaciones
Parroquia San Gregorio

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