"Le llevaron a Jesús todos los enfermos". La celebración de este domingo, el 5º durante el año. Se origina a partir de esa realidad tan profundamente humana: su precariedad. Quizá nunca encontraremos una descripción tan viva de la enfermedad, de la desdicha, o del sufrimiento, como aquella que relata el libro de Job en la primera lectura. La vida se presenta para él como una servidumbre, como una esclavitud, como una profunda noche sin esperanza.
¡Cómo contrasta esa experiencia tan oscura cuando la ponemos junto a la luz del evangelio, tal como lo hace la liturgia en esta oportunidad! Podemos reconocer a Jesús como aquel médico al cual podemos llegar con todas nuestras dolencias, cualquiera éstas sean.
Jesús no va a ofrecer una solución inmediata al dolor. Tampoco va a presentar explicaciones sobre el mal existente en el mundo. Sin embargo, nos va a ofrecer algo más importante aun: una compañía llena de solidaridad. Al mirarlo crucificado, nadie podría decir que él no sabe de dolores. Al revés, como dice la Escritura: "¡Oh, ustedes, todos los que pasan por el camino, miren y vean si hay dolor semejante a mi dolor!" (Lam 1, 12). Por eso su compañía llena de sentido será un verdadero consuelo.
Jesús hizo de su sufrimiento una oportunidad para expresar el amor más hondo que hubo jamás sobre la Tierra. Esa es la razón por la cual, pese a que muchos enfermos piden al Señor verse libres de la enfermedad, otros prefieren pedir simplemente que él no les abandone, para que esa enfermedad se sobrelleve con alegría, con esperanza, con amor, que es quizá la mejor manera para colaborar con Dios en la transformación del mundo. Así, como dice una oración del ritual del Sacramento de la Unción de los enfermos, éstos pueden "manifestar el consuelo del amor del Señor".
Cuánta necesidad tenemos del Señor. Al venir a la Iglesia, Dios no espera que nos olvidemos de nuestros problemas, sino que los pongamos ante él.
¿Lo hacemos así? ¿Qué esperamos de Él? ¿Una solución pronta y fácil? ¿Somos capaces en nuestras dificultades de manifestar a los demás el amor consolador del Señor?
Comisión Nacional de Liturgia Eduardo Carreño C.
Comunicaciones
Parroquia San Gregorio
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