
Quiero que en mi país todos vivan con dignidad (...)
Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres.
Que cada niño tenga una escuela donde estudiar.
Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente. Quiero un país donde reine la solidaridad (...) No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los mas débiles (...) Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar. Los jóvenes no nos perdonarían esa falta (...) Quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor. Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios (...) Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Extracto de Mi sueño de Chile. Cardenal Raúl Silva Henríquez, noviembre de 1991.
En el día de oración por Chile.
Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres.
Que cada niño tenga una escuela donde estudiar.
Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente. Quiero un país donde reine la solidaridad (...) No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los mas débiles (...) Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar. Los jóvenes no nos perdonarían esa falta (...) Quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor. Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios (...) Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Extracto de Mi sueño de Chile. Cardenal Raúl Silva Henríquez, noviembre de 1991.
En el día de oración por Chile.
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