
¡¡¡ALEGRATE!!! "Ni se compra ni se vende el cariño verdadero: no hay en el mundo dinero..." Así decía una célebre canción. Otra cosa que tampoco se compra con dinero es la alegría: Con dinero abundante en el bolsillo se puede ir de carrete, participar en cualquier fiesta que se presente, pero todo eso consiste en llenarse de cosas: comida, bebida, placeres de todo tipo. Pero eso suele tener un sentido egoísta, y además no llena el corazón.
La alegría es otra cosa: es algo íntimo, personal, espiritual, que brota de dentro de la persona hacia fuera, como una fuente de agua fresca y limpia que se ofrece generosamente a todos.
Una pregunta curiosa: ¿recuerdas cuál fue la primera palabra que dijo el Ángel a María, de parte de Dios? Aquella primera palabra fue: ¡Alégrate! El pueblo de Dios esperó siglos y siglos, en el Antiguo Testamento, la venida del Mesías. Y en ese momento preciso Dios envió al ángel Gabriel a una Virgen de Nazaret, llamada María, para anunciarle que la escogía, precisamente a Ella, para ser la Madre del Mesías tan largamente esperado.
El ángel saludó a María diciéndole: "¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". La alegría de la Virgen no brotaba del dinero, del poder, del placer, sino de la presencia de Dios: "El Señor está contigo". Él era la fuente de su alegría
¿Y cual fue la respuesta de la Virgen? La encontramos en su cántico del Magnificat: "Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" O sea, "me alegro en Dios mi Salvador". Cuando María dijo estas palabras llevaba en su seno a Jesús. El Señor estaba realmente con Ella, pero como Hijo. Aquellos nueve meses de su embarazo debieron ser los más felices de la vida de María. Está realmente llena de Dios como Madre del Hijo de Dios, que llevaba en su seno.
También nosotros debemos decir, como María, me alegro en Dios mi Salvador, El amor que Dios nos tiene y la salvación que nos ofrece son un océano infinito en comparación de nuestros problemas y dificultades. Vale la pena vivir con alegría y optimismo, porque nos sentimos amados por Dios. El que busca la felicidad fuera de Dios no llegará nunca a encontrarlo en plenitud.
La alegría es otra cosa: es algo íntimo, personal, espiritual, que brota de dentro de la persona hacia fuera, como una fuente de agua fresca y limpia que se ofrece generosamente a todos.
Una pregunta curiosa: ¿recuerdas cuál fue la primera palabra que dijo el Ángel a María, de parte de Dios? Aquella primera palabra fue: ¡Alégrate! El pueblo de Dios esperó siglos y siglos, en el Antiguo Testamento, la venida del Mesías. Y en ese momento preciso Dios envió al ángel Gabriel a una Virgen de Nazaret, llamada María, para anunciarle que la escogía, precisamente a Ella, para ser la Madre del Mesías tan largamente esperado.
El ángel saludó a María diciéndole: "¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". La alegría de la Virgen no brotaba del dinero, del poder, del placer, sino de la presencia de Dios: "El Señor está contigo". Él era la fuente de su alegría
¿Y cual fue la respuesta de la Virgen? La encontramos en su cántico del Magnificat: "Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador" O sea, "me alegro en Dios mi Salvador". Cuando María dijo estas palabras llevaba en su seno a Jesús. El Señor estaba realmente con Ella, pero como Hijo. Aquellos nueve meses de su embarazo debieron ser los más felices de la vida de María. Está realmente llena de Dios como Madre del Hijo de Dios, que llevaba en su seno.
También nosotros debemos decir, como María, me alegro en Dios mi Salvador, El amor que Dios nos tiene y la salvación que nos ofrece son un océano infinito en comparación de nuestros problemas y dificultades. Vale la pena vivir con alegría y optimismo, porque nos sentimos amados por Dios. El que busca la felicidad fuera de Dios no llegará nunca a encontrarlo en plenitud.
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