3º domingo durante el año
Tanto el libro de Jonás (1a lectura) como el evangelio llaman hoy a la conversión. San Pablo, cuya conversión festeja hoy la Iglesia, le pone a esa conversión el adjetivo de "urgente"
(2a lectura). Pero... convertirnos ¿con que fin?, ¿hacia donde? ¿No estamos bien como estamos...?
Vale la pena recordar que la palabra "conversión" en la Biblia, significa algo así como "cambio de rumbo". Es como si alguien va hacia determinada meta o en determinada dirección y le dijeran: Estás equivocado, estás corriendo en una dirección errónea; si quieres llegar, debes cambiar tu meta y tu rumbo.
Es lo que les pasaba a los habitantes de la ciudad de Nínive, a la que Jonás había sido enviado de parte de Dios para que dejasen su mala conducta. Apenas oyeron hablar del profeta, tomaron conciencia de su mal camino y "enmendaron rumbo". "Creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño" Tomaron conciencia de la dirección equivocada en la que caminaban.
¿Cuáles son, hoy, nuestros rumbos equivocados? ¿Hacia qué falsas metas nos afanamos en correr, torciendo el camino que el Señor nos señala? Esa es la pregunta que nos deja hoy la Palabra de Dios. Cada época, cada situación, tiene sus desvíos, sus tentaciones, sus errores. Cada persona tiene los propios. Por eso el Señor dice: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". La meta es el Reino, que en él "se ha acercado" (evangelio), es decir ha irrumpido en el mundo con la presencia de Jesús de Nazaret, con su palabra y sus acciones salvadoras. Él es el camino. Fijando los ojos en él y en su Reino, no podemos equivocarnos. Si nuestra meta es clara, podemos también reorientar nuestros pasos, "convertirnos". Es una tarea permanente de todo creyente. No sea que vayamos despreocupados hacia una meta que no es el Reino o por un camino que no conduce a él.
Conali / ecc
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